🌔12

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Según Rocky, habían dos tipos de personas en la vida diaria.

Aquella que dejaba que los hechos ocurran como deben ser, tal y como el destino los quiso. Que estos sigan un mismo flujo en el que nadie interrumpe y tienen un objetivo en concreto, con un final en concreto.

O, aquellas personas que se lanzaban hacia los mismos hechos, cambiando el flujo de estos y alterando su trayectoria por completo. 

Rocky definitivamente era la primera. Siempre lo fue. Pero aquella tarde, ni él supo como es que eso había llegado a ocurrirle.


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El cielo estaba cubierto de tonos anaranjados junto con unos cuantos de color púrpura. Las nubes se veían esponjosas desde la calidad del pavimento en el que Rocky se encontraba caminando.

Sus audífonos colocados en sus orejas con música a alto volumen ensordeciéndolos de cualquier ruido externo. Su mochila en su espalda era tomada del mango por una de sus manos mientras que la otra se encontraba dentro de su bolsillo, jugando con sus dedos dentro de este y sintiendo la textura del vaquero que llevaba puesto.

Su cabeza se movía de un lado a otro, sintiendo el ritmo de la música mientras que en ciertas ocasiones aprovechaba para detener su andar y hacer un par de movimientos de baile que había estado practicando.

Se encontraba solo. Moonbin, apenas terminada la clase de bioquímica, había salido corriendo del lugar porque dijo que tenía algo urgente que atender en casa luego de recibir una llamada inesperada.

Rocky aún se encontraba por los bordes de la universidad en donde estudiaba. Se había tomado su tiempo puesto que la semana casi acababa y lo mejor era que había hecho todos sus deberes por lo cual tendría libre unos cuantos días.

Tan inmerso se mantuvo en su mundo que lastimosamente chocó contra un skater que se encontraba practicando por el área, haciéndole tirar su mochila y ocasionando que unos cuantos papeles se salieran de esta misma.

Maldijo internamente. El niñato ni siquiera se había disculpado con él. Simplemente se había largado de ahí desapareciendo de su vista en cuestión de segundos.

Cerró los ojos, suspirando y agarrándose el entrecejo fruncido para tratar de calmarse un poco.

Quizás y no sea un buen inicio para su descanso.

Miró la hora en su celular ubicado en el bolsillo contrario a su mano. Eran un poco más de las 5pm y la frialdad de la brisa lo hacía notar. Se agachó de cuclillas, comenzando a recoger cada una de las hojas llena de información que estaban regadas por todo el suelo.

Fórmulas, enfermedades, anatomía, bioquímica, organismos. Todo lo que había apuntado, e impreso, por un par de días. Ahora que lo pensaba quizá y a Moonbin le esté yendo distinto con las clases. Era cierto que él se mataba la cabeza estudiando hasta la noche, pero para Moonbin la cosa era otra. A pesar de ser una persona algo distraída siempre había sido capaz de retener grandes cantidades de información en su cabeza sin problema alguno.

Quizás y tenga memoria fotográfica, quién sabe.

No llevaban todas las clases juntos. Moonbin estaba estudiando veterinaria, que es una rama de la medicina, solo por esa razón era que se podían ver en algunas clases, mas no en todas como él quería.

Una repentina brisa de viento helado llegó hasta Rocky, haciendo volar a cada uno de sus papeles hacia el aire en varias direcciones de su ubicación.

—¡No, no, no! —se levantó rápidamente, comenzando a tomar hoja por hoja con sus manos, saltando para alcanzarlas y corriendo por todas partes—. Maldita sea. Esto no es lo que tenía pensado para "Una tarde de skin care con bocadillos del Subway".

𝑵𝒊𝒏𝒆 𝑴𝒐𝒐𝒏𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora