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Sanha despertó del tirón, levantándose de la cama y respirando de forma bastante agitada. Su frente estaba brillosa debido al sudor, y podía escuchar con facilidad como su corazón no dejaba de latir de manera desenfrenada.

Había tenido una pesadilla.

Pero esta no era un pesadilla normal. De normal no tenía nada. Más que un simple sueño fue más como una visión. Una visión del futuro. 

Quizás y esté incorrecto, pero no era la primera vez que le sucedía. De pequeño había tenido un par de sueños que al inicio le parecieron sumamente raros, pero luego estos se cumplieron a la exactitud.

Como por ejemplo la vez que soñó que Minho, un poderoso alfa y actual líder de toda su manada, retaba a su padre por el trono en un enfrentamiento en el cual su este último perdía. Entregando así el título de Alfa superior y trono al contrario. Y eso se cumplió una semana después.

Pero esto, esto que acababa de soñar era sumamente peligroso y definitivamente le hizo helar hasta cada rincón de su cuerpo.

Se vio a sí mismo, en medio de la oscuridad del bosque, luchando solo contra todo el ejército entero de los Asrothz. Al principio le iba bastante bien, pero poco a poco se comenzó a cansar, y al final terminó siendo devorado por aquellos monstruos.

En su sueño pudo verse a sí mismo como la forma del Alfa supremo, que alguna vez su padre le contó. Este era alto, emanaba una radiante aura azul por todo su cuerpo. Sus ojos brillaban del mismo color, y su cola... bueno, ya no era una, sino eran nueve colas las que poseía en ese momento.

Un ligero picor apareció en las manos de Sanha, mirándoselas por un momento, y notando así recién que podía ver no gracias a su visión nocturna de can, sino por aquella luna llena que aparecía entre las espesas nubes de la noche, y alumbraba la habitación lo suficiente.

Dejó caer sus manos, y se dedicó mirar al astro que estaba en su forma más pura. Se sentía tranquilo, y en paz. La luna hacía que cada sentimiento negativo de su cuerpo desaparezca, sumergiendo al Pryrus en un estado de calma y concentración.

Se mantuvo observándola durante varios minutos, completamente hipnotizado por su belleza, hasta que una ligera pisada en la esquina de la habitación le hiciera volver su cabeza, y ponerse en alerta.

Miró en dirección del ruido, y lo único que vio fue una pequeña silueta entre la oscuridad que no era iluminaba. Sanha ladeó el rostro, oliendo un aroma familiar.

—¿Nunu? —preguntó, viendo como la silueta comenzaba a acercarse, para luego dar un gran salto hacia la cama y subirse a esta—. ¿Cómo es que entraste? —preguntó, extrañado y mirando la puerta. Esta aún tenía el seguro que le había puesto luego de que Rocky se haya ido.

Será su habitación pero él es el que manda así que prácticamente podía hacer lo que quisiera con ese cuarto.

Apenas y la nariz del perro sobresalía de la oscuridad, siendo alumbrados por la luna. Se sentó en el borde de la cama, y ladeó su rostro al igual que Sanha, emitiendo un ligero sonido de interrogación.

Los dos se miraron a los ojos, esperando el movimiento del contrario. Sanha estaba preparado para gruñirle si es que le llegaba a provocar, al igual que el contrario. 

No le caía bien, tenía que decirlo. El aroma que emanaba el animal le disgustaba. No era como el suyo, que era mucho más deleitable. Claro que al tratarse de una raza mucho más inferior que la de él era de entenderse, pero ese perro tenía algo que desde el primer momento en que lo vio le dieron ganas de retarlo.

El can comenzó a acercarse lentamente al rostro de Sanha, volviéndose a colocar en sus cuatro patas y revelando más partes de su cabeza con la luz de la luna. Sus ojos azules con toques de púrpura parecían escarcha al contraste de la luz, cosa que despertó curiosidad en el contrario.

𝑵𝒊𝒏𝒆 𝑴𝒐𝒐𝒏𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora