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—¿Estás seguro que está bien? —preguntó Rocky, viendo como Moonbin parecía un simio con cara de retrasado, sin ofender.

—Si. Solo usé el poder necesario para borrar lo que vio en el estacionamiento. —comentó Sanha, haciendo un mohín con sus labios y posando sus manos en su cadera—. Creo.

—¿¡Crees!? ¿Estás diciendo que Moonbin puede quedar como un orangután con problemas por toda su vida?

—Si... Creo que debería volver a intentarlo.

—Por favor. —contestó Rocky, volviendo a amarrar a Moonbin a la silla en medio de su sala. Era necesario, pues cuando Sanha le borró la memoria se puso a gritar como loco, o antes de eso, que empezó a patear con tal de que Sanha se alejara de él.

—Bin, aquí vamos. —Sanha resopló, rodando los ojos y sacudiendo sus brazos y piernas.

Estiró sus manos hacia adelante, e inmediatamente estas se llenaron de ríos delgados de energía azul la cual comenzó a acercarse hacia Moonbin el cual veía aquellas luces sonriendo y riendo como tonto.

—Luces... lucecitas ¡Por todas partes! —exclamó, riéndose y tirando su cabeza hacia atrás.

Sanha chasqueo la lengua, haciendo que aquellos hilos delgados se posara a los lados de la frente de Moonbin y comenzaran a ingresar a su cerebro.

—Puedo borrar y modificar sus recuerdos como si nada pero los de Rocky ni siquiera puedo verlos, que estúpido. —susurró para sí mismo.

Continuó haciendo su trabajo. La atenta mirada de Rocky hacía que suspirara a cada rato. ¿Qué acaso no confiaba en él? Osea si, dejó a su amigo como un niño de 3 años que se nota que no recibía atención de sus padres, pero él sabía lo que hacía, duh.

En su desván de pensamientos, no se dio cuenta que Nunu, el cual había estado mirando todo desde la escalera, comenzó a ladrar y a correr en su dirección.

¡Mi turno!

Con una sonrisa, saltó sobre una silla hacia la mesa, de esta saltó hacia la cabeza de Rocky haciéndolo caer como bola de boliche, y por último, saltó en medio de Sanha y Moonbin, mordiendo aquellos hilos de magia que los conectaban.

Sanha, quien no había sentido al can en ningún momento, abrió los ojos en grande. Todo parecía en cámara lenta. Moonbin, abriendo los ojos y mirando hacia arriba mientras que su boca abierta estaba derramando saliva. Sanha, el cual estaba cambiando su cara de molestia a una de... ¿molestia? que alguien le de clases de felicidad por favor. Y Rocky. Él... él seguía rodando.

Cuando Nunu mordió los hilos de magia, todo lo que estaba siendo transferido a la cabeza de Moonbin fue absorbido por su cuerpo de inmediato, haciendo que se iluminara por completo con una luz blanca tan fuerte que cegó a Sanha por breves instantes. Luego, una pequeña onda expansiva arrasó con todas las sillas, cubiertos, manteles y floreros que habían cerca. Sanha cayó al suelo, y Moonbin se fue de espaldas golpeándose la cabeza contra el sillón y quedándose dormido.

Pasaron unos cuantos segundos, en donde el lugar se llenó de silencio absoluto. Sanha se levantó lentamente del suelo, apartando los pedazos de tela que habían caído encima suyo de forma desesperada. Rocky comenzó a toser debido al polvo. No había limpiado desde hace más de una semana y aún no había arreglado el desastre que Sanha hizo con el ritual antes de ir al hospital.

—¿Qué pasó? —preguntó bajo, enfocando su vista y viendo un desastre absoluto en su sala y comedor—. ¿Si sabían que han roto más en una semana en lo que yo he roto en toda mi vida?

—Puedo arreglarlo con magia, no te preocupes... —susurró Sanha, viendo extrañado el centro del lugar en donde había una silueta.

Rocky también la logró divisar. Era una silueta alta que se escondía entre toda la polvareda. Sus grandes orejas parecían cuernos enormes hacia los costados, y su gran cola era de intimidar. Sus ojos, estos estaban iluminados por una radiante luz púrpura.

𝑵𝒊𝒏𝒆 𝑴𝒐𝒐𝒏𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora