🌖 6

163 28 14
                                    

—¡Mami, mami! ¡Mira lo que me encontré! —comentaba alegremente aquél pequeño niño mientras removía su cola de la felicidad y en su mano sostenía un lindo puercoespín.

—Sanha, ya te he dicho que no estés agarrando a los animales de su madriguera. Mira a su madre detrás de ti, está toda asustada. —regañó la madre viendo como el animal tras de su hijo estaba chillando al ver a su cría levantada entre las manos del niño.

Sanha simplemente hizo un adorable puchero con sus finos y rosados labios pequeños al igual que una frambuesa y dio media vuelta para arrodillarse y colocar al pequeño animal en el suelo junto a su madre recibiendo un gruñido por parte de esta.

—Perdóneme señora puercoespín, pero es que sus crías son demasiado lindas. —se dirigió a esta misma mientras daba suaves golpecitos en la cabeza de esta para luego ver como cogía a su cría con su boca delicadamente y se iba del sendero en el que estaban.

La madre simplemente sonrió mientras continuaba colgando la ropa en los cables del tendedero amarrados a dos árboles adyacentes.

El sol alumbraba el bosque de una cálida manera haciéndolo un día perfecto para poder salir a jugar, y Sanha no lo dudo. Se pasó la mañana entera jugando con sus amigos, se divirtió tanto que incluso casi se olvidaba de desayunar, y si no fuera por su madre ahora mismo estaría pasando hambre. 

Las lindas y pequeñas casas abundaban por alrededor. Casas hechas a mano, con troncos de maderas. Era una linda comunidad, en donde todos se conocían entre sí, en donde la alegría abundaban y los animales paseaban por doquier.

Sanha se encontraba persiguiendo a una mariposa. Esta era de un color blanquecino y soltaba lindas partículas luminiscentes bajo suyo, lo cual hizo que el pequeño se sienta más atraído por ella.

Comenzó a perseguirla con sus lindas y cortas piernitas, mientras corría a través del bosque, pasando entre toda la gente de su especie y sintiendo la brisa chocar contra su rostro. Saludaba a sus vecinos y estos le devolvían el saludo, viendo como el alegre niño corría tras la mariposa y se introducía al interior de su bosque.

Fue corriendo sin parar, tocando árboles, saltando pequeñas rocas y cada vez alejándose más de su hogar. No había peligro, toda aquella zona estaba limpia de depredadores, y de todos modos algún día tendría que salir del bosque y mientras más temprano mejor. 

Llegó un punto en donde se topó con un río con una fuerte corriente. Este se dirigía hacia abajo, posiblemente desembocando en una cascada la cual formaba un lago al final de todo. En donde el agua era cristalina, los peces abundaban y estaba rodeado de hermosa vegetación.

Pero esto no detuvo al pequeño Sanha. Este se armó de valor y comenzó a saltar de roca en roca que había en medio del río, sin quitar su vista de la mariposa. Al llegar a la última roca, casi se resbala, esta se encontraba bastante mojada y su pie no había caído de la forma correcta, pero pudo equilibrarse a tiempo y tirarse hacia el otro lado tocando el duro césped con sus rodillas haciéndole doler levemente.

Se aguantó el dolor y continuó persiguiendo a aquél insecto sin parar.

—¡Disculpe! ¡Mariposa, solo quiero hablar con usted! —gritaba mientras corrían entre los gigantescos árboles de la zona en la que se encontraba—. ¡Y solo quizá, usarla como alimento para mi araña de mascota sabe! ¡Se llama Betty, y es muy linda, aunque si te muerde puede ser letal!

Siguió persiguiendo a la mariposa hasta que esta se detuvo de repente. Sanha sonrió victorioso y cuando estuvo cerca de esta se lanzó sin pensarlo. Pero la mariposa fue más rápida y se hizo a un costado, y el pobre Sanha simplemente terminó sosteniéndose del borde de un profundo agujero con sus manos, mientras que sus pies aún se hallaban en tierra tras suyo que no lo había notado debido al largo césped.

𝑵𝒊𝒏𝒆 𝑴𝒐𝒐𝒏𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora