☆CAPÍTULO 26.☆

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Después de vestirme y cepillarme el cabello encuentro a Stephen en la cocina solo con unos pants deportivos que me hace morderme los labios.

— Pedí sushi. — Bueno, que me dejará elegir la última vez no quería decir lo haría siempre así que solo asiento.

— Quiero vino. — Asiente y sirve dos copas.

— Eres buena defendiéndote.

— Para papá es importante y me gusto hacerlo, es una forma de liberar tensión. — Le da un sorbo a su copa. Me mira fijamente antes de rodear mi cintura con su brazo y sentarme en la isla de la cocina.

— Apostamos y perdiste, tienes que pagar. — Resoplo.

— ¿Qué quieres? — Se mete entre mis piernas poniendo las manos en mi cintura.

— Te lo diré más tarde, por ahora quiero esto. — Vuelve a besarme y me olvido de la apuesta y que pateó mi trasero enfrente de todos.

• Literalmente nos dio nalgadas. •

— ¿Quieres responder? Debe ser la comida. — Me pide mientras abre otra botella de vino y me bajo de la isla para acercarme al teléfono que suena. Pero gritan antes de que pueda hablar.

— ¿Estás loco Stephen? ¡Sabes perfectamente bien quién es la chica a la que te llevaste! — Grita su padre. — ¡Me vas a meter en problemas, joder! Llévala a su casa antes de que tengas a toda la puta DEA y FBI en tu departamento. — Cuelga antes de que pueda decir algo. Hasta yo me sentí regañada y la cosa no era conmigo. La secuestrada soy yo.

• Entonces tenemos el síndrome de Estocolmo. •

Sonrío con burla y regreso el teléfono a su lugar.

— Era tu padre gritando, dice que me regreses a mi casa antes de que mi papi venga a buscarme, que lo vas a meter en problemas y que estás loco, pero eso ya lo sabía. — Me encojo de hombros y suelta una carcajada.

— En un par de horas lo haré, no planeó que te quedes aquí.

— ¿Cómo te llevas con tu hermana? — Alzo una ceja mientras comemos.

— Steph es muy efusiva y puede llegar a ser fastidiosa. — Suelto una carcajada. — Es muy cariñosa, siempre quiere atención y que las cosas se hagan como ella dice. — Pone los ojos en blanco con fastidio. — Se parece un poco a ti, pero ella no tiene el carácter de mierda que tienes tú y tampoco es arrogante. En eso te pareces a mí. — Ahora yo pongo los ojos en blanco con fastidio.

— Tú eres un hijo de puta. — Se encoge de hombros y sonríe con egocentrismo.

Pasamos un par de horas más entre hablar bien y discutir por cosas estúpidas. Ni siquiera entiendo porque lo hacemos. Se niega un par de veces a llevarme a mi casa y comienzo a ponerme nerviosa. Mis tres hermanos están en la ciudad y no sé qué vaya a pasar si ellos o papá me ven llegar con él. Me olvidé de eso y todo lo demás cuando volvió a besarme, me dejó nuevamente desnuda, pero sin llegar a más, me beso, me acaricio y me hizo caer con él.

Stephen me dijo que iba a meterse en mi cabeza y creó que lo está consiguiendo, está volviéndome loca. Me trata de una manera muy distinta, incluso ya me tuvo desnuda y no hizo nada más que besarme como si su vida dependiera de ello. Todo eso me confunde demasiado.

— Es hora de regresar a la princesita con su papi. — Suelto una carcajada. Estoy a horcajadas en su regazo.

— Soy todo menos una princesa. — Con su nariz acaricia mi cuello.

— Lo sé, las princesas necesitan ser rescatadas siempre y esperan a su príncipe azul. — Asiento con un jadeo cuando besa mi cuello.

— Sé defenderme y no necesito a un príncipe azul que me cuide. Yo quiero al villano del cuento.

SOY TU PECADO. (BP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora