♡CAPÍTULO 35.♡

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No me atreví a decirle a Jordan que de nuevo estaba pensando en Stephen mientras estaba con él. Use la misma estúpida excusa de que estaba en mis días, no me sentía bien y blah, blah. No quiero lastimarlo nuevamente. Me despedí y me fui. Según yo iba a regresar a mi casa, pero antes de que me diera cuenta estaba subiendo al penthouse de Stephen en donde me recibió Eros ladrando emocionado.

— Hola. — Me pongo en cuclillas para acariciarlo. — ¿Stephen, estás aquí? — Nadie responde. Voy a su habitación y no hay nadie. Me quito la ropa quedando solo en ropa interior y me recuesto con Eros a mi lado. Antes de que me dé cuenta me quedó dormida.

— ¿Marbella? — Me despierto poco a poco y cuando abro los ojos veo a Stephen con ropa de gimnasio y una maleta en la mano. — ¿Qué haces aquí?

— Vine a buscarte, pero no estabas y me quedé dormida. — Me encojo de hombros. Eros no está en la cama.

— Fui al gimnasio, y tú no me respondiste ni un solo mensaje o llamada. — Resoplo y me recuesto boca abajo abrazando su almohada.

— No me reclames. — Vuelvo a cerrar los ojos.

— Voy a darme una ducha, no te vayas. — Me pasa las manos por las piernas.

— Mjm. — Vuelvo a quedarme dormida. Sigo cansada por el día de ayer.

No debí de dormir más de diez minutos cuando el aroma del gel de baño de Stephen inundó mis fosas nasales y abrí los ojos para verlo entrar a su vestidor completamente desnudo y luego como se pone un bóxer azul marino. Vuelvo a hacerme la dormida después de eso.

— Sé que estás despierta. — Tira de mis tobillos hasta la orilla de la cama y ahogo un gritito. Me gira poniéndose encima de mí. Tiene el cabello mojado, su piel está algo fría y huele delicioso.

— Hueles rico. — Le digo con voz somnolienta y su cabello me hace cosquillas cuando acaricia mi cuello con la nariz.

— ¿Qué haces aquí? — Me mira fijamente.

— Ya te dije, vine a buscarte y no estabas. — Flexiona una de mis piernas y la acaricia.

— Vale, al menos encontré a Eros. — Suelto una carcajada. — Y a ti casi desnuda sobre mi cama.

— Puedo llevármelo. — Niega y luego me besa.

Un gemido de gusto se me escapa cuando vuelvo a sentir sus labios y su lengua abriéndose paso dentro de mi boca. Mi entrepierna se humedece de inmediato solo con un simple pero salvaje beso.

— Eres mía pequeña. — Mete la mano en mis bragas y lentamente las baja.

— Stephen. — Detengo su mano.

— ¿Adolorida? — Alza una ceja arrogante y por el bien de mi pobre vagina asiento. — Vale, ven aquí. — Apoya la espalda en la cabecera de la cama. Me siento a horcajadas en su regazo. Obvio no pierde la oportunidad de tocarme el trasero.

— ¿Te dolió? — Frunce el ceño y acaricio su torso y brazos tatuados.

— Lo normal, cuando te haces muchos el dolor ya no es tanto.

— ¿A qué edad te hiciste el primero? — Frunce el ceño pensativo y juega con mis bragas.

— Quince o dieciséis.

— ¿Y el último?

— Mañana. — Frunzo el ceño confundida. — Mañana me haré otro. — Abro la boca asintiendo.

— ¿Y qué vas a hacerte? — Acaricio sus hombros.

— Aún no lo sé. — Sigue jugando con mis bragas.

— ¿Puedo ir contigo? — Asiente.

— Hagamos algo. — Sus apuestas me dan miedo. — Si estás hinchada y no logro penetrarte te haces un tatuaje, pero si lo logro no te lo haces.

— Depende que tatuaje me tenga que hacer.

— El que tú quieras. — Asiento y lo beso. — Pero me tienes que decir si te duele Marbella, si estás hinchada y entro a la fuerza voy a lastimarte.

— Vale, lo prometo.

Diez segundos después me tiene desnuda y ataca mis labios vaginales con ímpetu. Me hace correrme y gemir su nombre dos veces. En la segunda ocasión aún con ligeros temblores sacudiendo mi cuerpo se limpia los labios en mis muslos y pasa la lengua una última vez.

— ¿Lista? — Abre un poco más mis piernas y flexiona una. Asiento con la respiración acelerada.

Pasa la punta de su pene un par de veces mojándola con mis fluidos. Observo mordiendo mi labio inferior cuando guía su pene hasta mi entrada y empuja suavemente con las caderas. Apenas siento la punta un grito sale de mi garganta e intento cerrar las piernas.

— ¡Tatuaje, tatuaje! — Exclamo y se retira.

— Estas más hinchada de lo que creí. — Resoplo. — Si mañana sigues así voy a llevarte con un médico. — Sería el colmo. — Por ahora... — Se incorpora. — De rodillas pequeña. — Lanza una almohada al piso.

— ¿Sabes que solo así me vas a tener arrodillada?

— No necesito más. — Se sienta en la orilla de la cama y abre las piernas. Me recojo el cabello lo mejor que puedo y me arrodillo entre ellas.

• No querías responderle llamadas ni mensajes y terminaste chupándole la polla. Perra. •

Algunas veces mi conciencia se cree española. Pero en esta ocasión tuvo toda la razón.

— ¿Por qué siempre alguien tiene que venir cuando estoy yo? — Le reprocho mientras termino de vestirme.

— No tengo ni puta idea de quién es. — No se molesta en ponerse la camiseta.

— ¿Quiénes tienen tu código? — Lo sigo escaleras abajo.

— Mis padres, mi nana, Jayden, tú, y... — Se calla cuando ve a la mujer que está con los brazos cruzados en la sala.

— ¿Se puede saber que carajo haces con mi esposo? — Solo me limito a sonreír.

— Sabe quién eres. — Pone los ojos en blanco con fastidio.

— ¡Joder! — Resopla. — Hola bubu. — Le da dos besos en las mejillas.

— ¡Qué no me digas así, joder! — Le reclama a su hermana, se me escapa una carcajada y me fulmina con la mirada.

— Hola, soy Stephanie. — Me da dos besos en las mejillas con una sonrisa.

— Marbella. — Le devuelvo la sonrisa y es aún más linda que en la fotografía.

— Lindo nombre, también eres muy bella y supongo que tú eres la misma Marbella que casi le causa un infarto a mi madre ayer.

— La misma. — Suelta una carcajada.

— Pues yo soy su hermana favorita. — Stephen pone los ojos en blanco con fastidio.

— Eres la única Steph. — Le sonríe.

— Y tu favorita. — Se encoge de hombros.

Por lo visto ninguno se lleva bien con Scarlett al punto de no considerarla su hermana, quizá la ignoran como yo lo hice durante años con Isamar. Steph es muy agradable, todo lo contrario, al idiota de su hermano y me cayó súper bien.

• Pero folla rico y tatuajitos nos encanta, así que su carácter de mierda importa una mierda. •

Ella vive en Londres desde hace dos años y estará en Miami dos semanas. Eliam me dijo que podía ponerse intensa cuando se trataba de Stephen, pero no me lo pareció, solo su escena de esposa que acaba de encontrar a su esposo con otra fallida porque la reconocí apenas la vi. Stephen no dejó que me explicara porque le dice bubu, pero tarde o temprano lo voy a averiguar.

SOY TU PECADO. (BP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora