♡CAPÍTULO 51.♡

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Al día siguiente casi al atardecer aterrizó una avioneta en la casa y comenzaron a bajar cajas de madera. No quise ver más, pero supe lo que era, su mercancía. Aunque a decir verdad aun no entiendo a que se refieren exactamente con mercancía, más bien, a qué tipo de droga.

Martha estuvo conmigo algunas horas y se despidió de mí, fue horrible saber todo lo que ha tenido que pasar.

— La mercancía esta completa, ya no tenemos por qué tenerte aquí. — Camilo entra a la habitación con una sonrisa victoriosa.

— Yo tampoco quiero seguirlos viendo. — Pongo los ojos en blanco.

— Entonces vámonos. — Le sonrío a Martha y sigo a Camilo.

Por supuesto me vuelven a cubrir la cabeza; aunque supiera el camino no diría ni una sola palabra. Quiero seguir viviendo. De nuevo subimos al helicóptero y quisiera al menos ver a donde vamos.

— Si a nosotros nos hubieran secuestrado para pedirle a nuestro padre toneladas de su mercancía, créeme que hubiera dejado que nos matarán. — Dice Camilo y como no me pueden ver sonrío.

— Nuestros padres son demasiado distintos, papá jamás me dejaría con dos malditos mafiosos. — Resoplo.

Esta vez no estamos mucho tiempo en el helicóptero cuando aterriza. El olor a árboles inunda mis fosas nasales y supongo que de nuevo estamos en medio de la nada. Emilio me ayuda a bajar, pero después ya no me vuelve a tocar, solo me da indicaciones y cuando abren una puerta el olor a madera llega. Quizá es una cabaña.

— Tus padres no tardarán en dar contigo, diez minutos cuando mucho. — Me descubre la cabeza y parpadeo rápidamente. Es una cabaña.

— Puedo quedarme sola diez minutos cuando mucho. — Se ríe.

— Prometí que no iba a tocarte mientras estuvieras en nuestra casa, pero ya no lo estás y llevo días queriendo hacer esto, así que golpéame si quieres. — Frunzo el ceño.

Toma mi rostro con ambas manos. Me acorrala contra la pared. Sus labios impactan los míos, se abre paso en mi boca con su lengua y comienza a besarme. Golpeo su pecho para que me suelte, pero hace todo lo contrario. Pone su mano derecha en mi nuca para que no me mueva y la izquierda en la parte baja de mi espalda.

— Solo un maldito beso Marbella, correspóndeme un beso, no voy a obligarte a nada. — Ni siquiera me da tiempo de responder cuando vuelve a besarme.

Tardo unos segundos, pero sigo sus labios y un gruñido de satisfacción sale de su garganta. Sus manos bajan por mi cintura hasta llegar a mi trasero e inmediatamente me tenso. Me levanta e ignora mi intento de protesta, tengo que rodear su cintura con mis piernas, pero no me importa mucho porque no traigo falda. Presiona mi espalda contra la pared y esto deja de gustarme cuando mete la mano en mi blusa.

— Emilio. — Intento apartarlo, pero no funciona. Besa mi cuello y el miedo regresa. — Por favor detente, no me hagas esto. — Se separa bruscamente de mí y me deja de pie.

— Lo siento. — Se pasa la mano por el cabello. — Te dije que no te iba a obligar a nada y perdón si me excedí.

— Emilio, de verdad muchas gracias por lo que hiciste por mí. — Tomo su mano entre las mías y se sorprende.

— De nada. — Me da un beso en el dorso de la mano y luego saca algo de su cartera. — Dudo que alguna vez me necesites, pero si lo llegas a hacer siempre me puedes encontrar en este número, nadie podrá rastrear la llamada y tampoco sabrá que me llamaste a mí. — Tomo el papel que me da y asiento. — Hasta luego Marbella. — Asiente a modo de despedida y sale. Poco después Camilo entra.

SOY TU PECADO. (BP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora