♡CAPÍTULO 27.♡

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Nací en una familia que pertenece a la DEA y al FBI, siempre tuve mucha atención por parte de mis nanas y abuelos, realmente nunca estaba sola. Crecí al lado de tres hermanos sobreprotectores. Al ser una niña no entendía el peligro que mis papás corrían al ser parte de esas corporaciones. Para mí era muy normal ver armas, chalecos antibalas y placas en mi casa. Jamás les tuve miedo. Fui creciendo, entendiendo más cosas que tuvieron que irme explicando con el paso del tiempo. Jackson se enlistó en la Marina y fue difícil para mí tener que asimilar ya no verlo todos los días, al menos con mis papás sí. Mi abuelo también pertenecía a la Marina, pero se retiró cuando yo era muy pequeña, así que no tuve que enfrentarme a eso.

A los doce años tuve mi primer ataque de pánico cuando mi papá estuvo incomunicado tres días por un operativo encubierto. Después de eso en situaciones en las que tengo mucho miedo, me desmayó. Desde los doce años sufro ataques de pánico. Tanto mis papás como mis tres hermanos viven en un constante peligro y siempre está ese miedo en mí de perder a alguno de ellos. No lo resistiría.

Cuando escuché a papá decir que habían secuestrado a mamá ocurrió lo mismo. Todo me daba vueltas, casi no podía respirar, mi corazón se aceleró hasta casi sentir que se iba a salir por mi boca. Quería que Stephen me soltará, quería que papá me dijera que no era verdad y mamá iba a estar bien. Quería gritar, llorar, golpear a Stephen y a cualquiera. Sin embargo, no pude hacerlo, las palabras no me salían, no podía golpear, gritar o hacer algo, ni siquiera respirar. No podía controlar mi cuerpo, mi respiración o mi corazón cosa que es muy frustrante para mí. El pánico en ese momento es como una nube negra que está en el cielo, pero comienza a bajar llevándose todos mis sentidos, mi control. Baja, me comienza a cubrir y cuando llega a mis pies, todo se vuelve oscuro a mi alrededor, aunque no quiera termino desmayándome.

Abro los ojos con mucho miedo y sé que, aunque suplique que no haya sido verdad, sé que lo es. Secuestraron a mamá. Aún no escucho muy bien y cuando soy consciente en donde estoy me sobresaltó un poco, pero me sorprende más quien está conmigo. Estoy en el hospital y Stephen esta recostado en el sofá con su brazo detrás de la cabeza y con el celular en su mano.

— ¿Stephen? — Debo estar soñando. Se gira para mirarme dejando su celular de lado.

• No estamos soñando, si es tatuajitos. •

Aun así, parpadeo y siento tranquilidad al verlo aquí.

— ¿Cómo te sientes? — Resoplo.

— Me duele la cabeza. Quiero saber en dónde está mi mamá.

— Ella está bien. — Me hace recostarme de nuevo cuando intento incorporarme.

— Stephen, no me mientas. — Se me quiebra la voz.

— No te estoy mintiendo pequeña, tranquila. — Suspiro y no sé porque carajo le creo.

— Dime en dónde está. — Las lágrimas corren por mis mejillas sin poder detenerlo. — Es mi mamá, por favor. — Un sollozo se me escapa.

— Escucha Bella. — Que me diga así no me gusta, jamás me había dicho así. — Son casi las diez de la mañana, estuviste veinte horas dormida.

— Solo dime en dónde está mi mamá o que al menos está bien, no me hagas esto. — Toma mi mano y me sonríe tranquilo. Justo al momento en que la puerta se abre y veo a Isamar entrar.

— Mamá está bien Bella, le dispararon en el brazo, pero no fue grave. — Un sollozo de alivio sale de mi garganta. — ¡Joder, me asustaste mucho! — Me abraza. Jamás pensé que diría esto, pero siento una enorme tranquilidad y paz al abrazar a mi hermana. Muchas veces me negué a esto y ahora que lo hago me arrepiento tanto. Irina es mi mejor amiga, pero Isamar también pudo serlo desde que éramos niñas, pero con un plus aún más importante, también mi hermana.

Isamar y Stephen me dijeron que todos mis amigos estuvieron un rato ayer en la tarde y noche, pero mi papá por seguridad los envió a todos a su casa. Estamos en un hospital con seguridad que es usado por el FBI. Mamá y papá vinieron a verme, ella solo tiene un cabestrillo en el brazo derecho. Me explicó que realmente no fue un secuestro como tal, la tomaron de rehén y una bala le rozó el brazo, no necesito una cirugía. El FBI no tardó ni dos horas en dar con su localización. En cambio, yo estuve veinte horas dormida, o más bien, sedada.

Como ya es normal, después de un ataque de pánico tengo que hablar con un psicólogo. No hubo mucho que decir, solo lo que siento durante el ataque y la razón ya la sabía. Nuestra atención médica es en hospitales del FBI o bien, de la DEA y tienen todos nuestros datos médicos y psicológicos aquí, sobre todo mis ataques de pánico desde los doce años.

Como algo, me toman muestras de sangre y otras cosas. A la 1:00pm me dejan regresar a casa aún con Stephen como mi sombra. En mis hermanos note tranquilidad al verme bien y discutir con ellos. Saben que no me gusta que me traten como una enferma. Después de un ataque de pánico lo que más necesito es regresar a mi vida normal y olvidarlo, no quiero más sesiones con el psicólogo.

— ¿Qué haces aquí? — No era exactamente lo que le quería preguntar a Stephen y finge estar ofendido.

— De nada. — Cruza los brazos delante del pecho. Estamos en mi habitación.

— ¡No me refiero a eso! Ayer me dijiste que tenías que ir a Londres, ya deberías estar ahí, ¿No? — Asiente. — ¿Y qué haces aquí? ¿Por qué te quedaste?

— Debería estar, pero no suelo hacer lo que debo. — Se encoge de hombros despreocupado. — Y no me fui porque necesitaba algo de que burlarme después. La arrogante Marbella Küchle tiene un talón de Aquiles. — Pongo los ojos en blanco con fastidio.

— Todos lo tenemos, incluso el arrogante, egocéntrico e idiota Stephen Avery. — Suelta una carcajada. — Gracias por quedarte.

— De nada, pero no te emociones que no es gratis. — Quiero decir algo, pero me interrumpe con un beso que me regresa a la vida por completo.

— ¿Por qué te dejaron quedarte en el hospital? — Alzo una ceja y no le da tiempo de responder porque la puerta de mi habitación se abre de golpe y me giro furiosa. Odio que entren sin tocar antes. Jordan.

— ¡No me dejan estar contigo en el hospital, llego y lo primero que veo es a este idiota tocándote el culo! — Frunzo el ceño. Ni siquiera había notado que Stephen lo estaba haciendo, suelta una carcajada y se encoge de hombros demostrando que le importa poco la opinión de Jordan.

— Jordan, no estoy para tus escenas de celos. — Resoplo con fastidio y me siento en la orilla de mi cama. — Si quieren matarse o intentar marcar territorio, háganlo afuera de mi habitación y muy lejos de mi casa.

— No golpeó a niños. — Se me escapa una risita y se acerca a mí, levanta mi barbilla para que lo mire a los ojos. — Tengo que irme a Londres, te veo en una semana. — Me da un beso en la frente y luego baja a mi oído. — Después serás mía, así que dile a este niño que aproveche para follarte que después no lo hará jamás. — Se me acelera el corazón. Pasa a un lado de Jordan con toda la arrogancia del mundo.

— Stephen. — Se detiene en el marco y se gira. — Gracias. — Me guiña un ojo y se va. Jordan cierra de un portazo.

— ¿Qué carajo te... — Lo interrumpo.

— No quiero una escena de celos sin sentido por favor. Le dispararon a mamá y estuve en el hospital, es lo último que necesito.

— Vale, lo siento. — Se pasa la mano por el cabello y se sienta a mi lado. — En verdad me importas Bella. — Eso jamás lo he dudado ni un solo segundo. Mi abuelo siempre decía que los amigos se conocían en las buenas y en las malas.

• En la cárcel y en el hospital. •

Exactamente eso quería decir. Hoy una vez más comprobé quienes verdaderamente son mis amigos: Irina, Olimpia, Geraldine, Amberly, Luke, Jordan, Liam, Tristán y Garrett.

• Tatuajitos es nuestro futuro esposo. •

SOY TU PECADO. (BP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora