El maldito hijo de puta cabrón de Stephen me llevó hasta la puta piscina del colegio en donde los del equipo de natación estaban en su entrenamiento. Grite llamando la atención de todos que se giraron para verme sobre el hombro de un hombre tatuado y volvió a hacerme pasar la vergüenza de mi vida cuando me dio una nalgada. Otra nalgada para ser precisa.
— ¡Stephen, NO! — Exclame, pero ya era demasiado tarde. Se lanzó conmigo a la maldita piscina y apenas si alcancé a tomar aire. Cuando salí a la superficie tomé una bocanada de aire y lo fulminé con la mirada golpeando el agua directamente en su precioso rostro que en este momento odiaba. — ¡Eres un hijo de puta! — Le grité dándole una bofetada.
— Ya lo sabía, pero aun así serás mía. — Vuelvo a lanzarle agua.
— ¿Pero qué carajo significa esto? — El entrenador de natación grita molesto.
— ¡Pregúntele a este idiota! — Le golpeó el brazo e intento salir de la piscina, pero tira de mi pierna volviendo a hundirme.
— ¿Stephen? — El entrenador frunce el ceño.
— El mismo entrenador. — Le dice arrogante.
— ¿Va a quedarse ahí parado? ¿Qué no sabe quién es mi papá? — Vuelvo a gritar llamando su atención.
— Importa más quién es el mío, ¿No crees? — Intento darle otra bofetada, pero me detiene la mano antes de lograrlo.
— ¿Cuándo vas a dejar de meterte en problemas hijo? — Lo único que me faltaba.
En la puta agua es más difícil defenderme, pero lo hago y salgo de la piscina. Por suerte estoy vestida de negro o estaría pasando otra vergüenza. Ignoró los silbidos de los chicos de natación que solo empeoran cuando me quito la blusa quedando solo en top deportivo, le lanzó la blusa directo al rostro a Stephen. Empujo al entrenador bueno para nada y salgo echa una furia.
• Tatuajitos sigue estando buenísimo. No te enojes y tíratelo por favor. •
Estúpida conciencia. En este momento lo único que quiero es tomar una de las armas de papá y vaciar el cartucho, pero no precisamente en el campo de tiro.
• Ay, que mala. •
Todos me observan con la boca abierta, por suerte ya no hay muchos alumnos. Llego al estacionamiento y grito frustrada al darme cuenta que mi maleta del gimnasio con mi celular y las llaves de mi auto la tiene Isamar.
— Tú vienes conmigo. — Me dice Stephen y me giro para mirarlo con todo el odio que soy capaz hasta que veo su torso.
• Y ya no solo estas mojada por el agua. •
No lleva puesta camiseta y solo dejo que me distraiga unos segundos. Me voy sobre él y me detiene.
— ¡No voy a ir contigo a ningún puto lado! — Vuelvo a gritarle.
— No te enojes pequeña. — Me acaricia la mejilla con el dorso de la mano y me aparto.
— ¡Estas loco! — Voy a irme, pero me detiene pegando bruscamente mi espalda a una camioneta sacando el aire de mis pulmones.
— Vienes conmigo por las buenas o por las malas. — Rodea mi cuello con su mano y aunque no ejerce nada de presión ese movimiento me toma por sorpresa y me asusta un poco.
— ¡Me vas a llevar a mi casa, ahora! — Acaricia mi labio inferior con su pulgar y su vista baja a mis pechos.
— Yo creo que no. — Tira de mi lastimando mi muñeca. Hasta este momento me doy cuenta que lleva en las manos su billetera, llaves y celular secos completamente, ni siquiera me di cuenta cuando los sacó de sus bolsillos.
ESTÁS LEYENDO
SOY TU PECADO. (BP #1)
Novela JuvenilMe presento, Marbella Küchle. 《Cruel como el diablo y bella como un ángel.》 Enero - abril 2021.