Había pasado un mes desde que Flavio y Samantha habían tenido aquella conversación en su lugar de confianza y en el que decidieron ir un paso más allá, en ese mes había dado para tanto que no sabría contar con los dedos las cosas que habían hecho juntos y que no hubiese imaginado.
Había tenido sus días de darle más vueltas de lo normal a cualquier cosa y esa noche había sido una de esas veces en la que pensar de más era a lo que dedica sus últimos minutos del día despierta.
No había dormido casi nada, lo había intentado, pero no conseguido. Los rayos entraban por la persiana que tenía un poco subida, le pareció escuchar a Maialen andar por el piso y jugar con Murphy y su pelota, pero lo dejo pasar por alto.
Su cabeza se debatía en los últimos treinta días, habían cambiado muchas cosas y a la vez ninguna. Ya eran varias noches en las que se quedaba con un sabor raro del día, sobre todo si se paraba a pensar en la relación que estaba entablando con Flavio como pareja un poco más seria de lo que eran.
Sentía que una parte de ella estaba dando de lado a lo que le había llevado, en cierta medida, a lo que ahora era, sentía que se estaba centrando en exceso en esa relación y olvidando lo que le rodeaba y era indispensable en su día a día.
Había días que a penas pisaba su casa porque quedaba con el chico, estaba quebrando su horario de sueño por estar o hablar con él, desconectada en exceso por lo mismo.
Por momentos pensaba que Flavio en ese mes había desarrollado una faceta que a la chica no le llegaba a convencer, pero Samantha estaba tan cegada que no lo veía, o no quería.
Mario, su mejor amigo, estaba al día de todo, hablaban cuando ella sacaba un momento de sus atareados días para llamarle.
Samantha no sabría decir si Mario le habia soltado alguna pullita o era cosa suya, pero sí que había pillado alguna indirecta sobre el comportamiento de Flavio.
"—Ya, bueno, Sam, pero no puedes dejar tu vida social a un lado por él. Me refiero puedes organizarte para hacer varias cosas y tampoco es necesario que os veáis todos los días.
—No nos vemos todos los días.
—Es una forma de exagerar, pero por lo que me dices roza la realidad. Y no es por ofender ni nada, sabes que contigo voy a muerte, pero por lo que me cuentas quedáis más cuando él puede que cuando los dos podéis.
—¿A qué te refieres?
—A que podrías dejar de hacer algo, y lo has hecho, por ir con él, y él si no puede te lo dice y no hacéis nada.
—Ya.
—Samantha, sabes que nunca te diría algo sino es porque te podría ayudar, pero lo vuestro es... raro."
Cuando recordaba aquella conversación con su amigo le dolía darle la razón, ella había rechazado planes porque ya había quedado con él y, al contrario, él con todo el respeto le había echado para atrás algunos planes.
Pero lo que a ojos de otro podía parecer algo malo, a los suyos le parecía lo contrario. Recordaba todo lo que habían hecho y lo que habían creado juntos en ese mes.
Recordaba en paseo por el retiro, las dos noches que había pasado en casa del moreno, cuando había ido al cine o las tardes-noches largas que pasaban en un bar cualquiera de la ciudad.
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La Liada || Flamantha
FanfictionSamantha Gilabert, 26 años y de un pueblo alicantino, marcada por el fallecimiento de Laura, su mejor amiga, decide devolverle todo lo que esta le dio en forma de canciones. Se muda a Madrid con la intención de dejar pasar todo el dolor que sus tier...