La primera semana de vuelta de vacaciones para Samantha había sido un ir y venir del bar al piso, y viceversa. Pero sabía que esas mañanas y tardes le merecían la pena después de las vacaciones que había tenido. Por una parte agradeció la vuelta a la rutina pero por otra quería que esa vuelta hubiese sido más progresiva.
Había visto a algunos de los amigos de Maialen, a Manolo, a sus compañeros de trabajo y parecía que no se veían desde hacía meses. La unión que había construido con todos ellos era especial para alguien que huía de su pueblo para encontrarse con quién sabe qué.
No se arrepentía de la decisión de haberse mudado a la capital pero podría decir que visto con tiempo entre medias lo habría hecho de otra forma y seguro que sin dejar cosas a medias en el pueblo.
La tarde de ese lunes en cuanto a trabajo fue algo alborotada, y en cuanto a su vida personal no distó mucho de la laboral. En especial cuando en mitad de la comida con su compañera de trabajo le llegó un mensaje que definitivamente le devolvió a la vida post vacacional de golpe.
Hola Samantha, supongo que estás en Madrid, quería escribirte antes pero no pude, lo siento.
Quería hablar contigo, cuando puedas quedamos o me llamas.
Como prefieras.
Por cierto, espero que te hayan ido genial las vacaciones y la vuelta a la ciudad.
No entró en la conversación para no dejar al chico en leído, pero tenía que darle más de una vuelta al hecho de tener que quedar a solas con Flavio después de haber perdido su rastro aquel sábado.
Esa misma tarde no paró de darle vueltas a los mensajes del murciano. Había asumido que esa conversación no la tendrían, que se quedaría en el aire, se había autoconvencido de que la vuelta de vacaciones no llevaría con ella ese momento, pero algo dentro de ella sabía de sobra que el chico era daba su palabra para cumplirla.
Al acabar la jornada se fue a su piso, habló con Débora por el camino, se contaron como había ido su día y lo que querían hacer en lo que quedaba de noche. Débora saldría a cenar con su pareja y Samantha simplemente se quedaría en el piso.
Y fue eso lo que hizo, Maialen salió a cenar con sus amigos y aunque había insistido en que fuese con ellos, Samantha prefirió quedarse en el piso a sabiendas de que únicamente pensaría en qué contestar y hacer respecto a los mensajes de Flavio.
-Murphy, ¿tú qué harías? Había pensando en quedar con él mañana. Pero no sé cómo acabará y puede, solo puede eh, que me dé miedo. Bueno, tampoco miedo, pero tú me entiendes.
El perro de su compañera, aunque ya pareciera que también fuese suyo, se quedó tumbado en los pies del sofá al lado de la rubia, como si realmente le escuchase pero sin inmutarse hasta quedarse dormido y detrás la rubia.
Se despertó de golpe cuando alguien comenzaba a darle toquecitos en los pies con la intención de despertarla, se encontró con Maialen, así que calmó el susto y se unió a la risa con Maialen.
-He llegado más tarde de lo que pensaba, lo siento, y tú veo que te has quedado dormida aquí.
-Sí, estaba reflexionando con Murphy y nos hemos quedado dormidos por lo que veo.
-Ya veo -se quitó el abrigo, fue a colgarlo en la percha de la entradita y cuando volvió al sofá donde seguía Samantha tumbada, continuó hablando- ¿sobre qué has reflexionado?- Maialen no se cortó en preguntar, sabiendo por parte de la otra persona implicada una posible teoría sobre sus reflexiones.
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La Liada || Flamantha
FanficSamantha Gilabert, 26 años y de un pueblo alicantino, marcada por el fallecimiento de Laura, su mejor amiga, decide devolverle todo lo que esta le dio en forma de canciones. Se muda a Madrid con la intención de dejar pasar todo el dolor que sus tier...