La Liada || Flamantha

32.

—Mai, ¿tienes el pintalabios que me prestaste el otro día?

—Sí, está en mi neceser, lo puedes coger, solo me queda calzarme. 

—Vale, aviso a Eva para que vaya viniendo. 

—Sí, porfa. 

—Por cierto, ¿sabemos cuál película vamos a ver o lo decidimos allí?

—Lo elegimos allí, a mí mientras que no sea un película de miedo me da igual cuál sea. 

—Lo mismo digo, no quiero tener que dormir con Murphy porque sea un poco miedica. 

—Dormiríamos los tres juntos, no te preocupes. 

—Me parece buena opción. 

Eva, estamos ya preparadas, cuando estés abajo llama al timbre y bajamos. 

Estoy llegando, en cinco minutos estoy ahí. 

—Me ha dicho Eva que le quedan cinco minutos para llegar aquí. 

Era sábado y a lo largo de esa semana se habían organizado todos para quedar al menos un día y ese mismo para ir al cine. A veces les resultaba difícil reunirse todos, o la gran mayoría, pero ese sábado era uno de los días en los que se habían unido.

Salió de improvisto, pero continuaron con el plan, primero irían al cine y después irían a un bar a tomar algo para rematar la noche.

Desde el miércoles que habían quedado todos no había visto a Flavio, había estado yendo a trabajar o en su piso sin hacer nada productivo ni interesante. Lo que sí había hecho era componer una canción a la que aún le estaba dando forma, pero sorprendentemente le llegaba a gustar más que otras cosas que había escrito.

Estoy ya, podéis bajar.

—Mai, ya está Eva abajo.

—Vamos.

Cogieron sus bolsos, se despidieron de Murphy y se miraron por última vez en el espejo de la entradita.

—Hola, Eva.

Se saludaron entre ellas y se dirigieron hacia el centro donde habían quedado todos para ir juntos al cine. Iban hablando sobre sus películas y series favoritas, para sorpresa de pocos Eva y Samantha coincidían en película favorita. Sorpresa de pocos porque desde que se conocieron y compartieron gustos, vieron que muchos de ellos eran lo mismo o muy similar, eran como dos gotas de agua, pero con claras diferencias.

—¿Somos las primeras en llegar?

—Eso parece.

—¿No son aquellos de la otra calle?

—Ah pues sí, era imposible que con diez minutos de retraso fuésemos las primeras en llegar.

—Está en las tres llegar tarde a los sitios.

—Totalmente cierto, algún día seremos las primeras en llegar.

—Bueno, las últimas serán las primeras, siempre lo decía mi profesor de educación física.

—Bastante de acuerdo con él, así que somos las primeras.

—Correcto.

Cuando ya estaban todos juntos, empezaron a debatir qué película querían ver y a ponerse de acuerdo, algo que al principio llegó a costar.

Optaron por una de acción puesto que el tráiler había convencido a la gran mayoría, ya decidida emprendieron camino hacia el cine que habían elegido y en el que suponían que no habría mucha gente para entrar todos en la misma sala y sesión.