Era viernes cuando las chicas volvieron a convencer a Samantha para que fuese con ellas al local donde ya estuvo hacia un tiempo. Les gustó a todas la compañía de la chica y cómo cantaba, aunque la hubiesen escuchado poco.
El día anterior lo pasaron en Toledo como acordaron pocos días antes. Lo pasaron muy bien, comiendo juntos en un restaurante del centro de la ciudad, callejearon por el casco histórico, visitaron la ciudad y no pudieron evitar hacerse fotos con una cámara analógica que Maialen llevó consigo. Llegaron cansados a sus casas, tanto que a penas se detuvieron en la estación para despedirse y que cada quien tomase la ruta más corta para llegar a su casa.
Esa misma tarde de jueves, Eva, Maialen y Anaju trataron de que la chica les volviese a acompañar al local, y tras algún trato que conllevaba comida, accedió a ir al siguiente día con ellas. No tardaron ni un segundo en decírselo al resto que se alegraron mucho de que volviese allí.
Y la tarde-noche del viernes había llegado. Estaba sola en el piso porque había Maialen había salido antes hacia casa de Bruno para hablar algo de la canción que estaban grabando en un estudio de la capital.
Tomaron un par de cervezas todos sentados en el suelo en mitad del local, a falta de tantas sillas el suelo siempre fue una buena opción. Habían pasado de cantar canciones muy conocidas a descubrirse canciones unos a los otros, era muy bonito el momento de compartir música. Ella aún no se había animado a cantar una canción totalmente sola, pero el hecho de estar ahí le llenaba de alegría.
Pasó un buen rato cuando vio que Mario la estaba llamando por teléfono y pensó que había pasado algo, se asustó tanto que Maialen tuvo que acompañarla lejos del grupo preguntándola si iba todo bien, se encogió de hombros al no saber porqué Mario estaba llamándola, lo cogió cuando estuvieron lo suficiente separadas del resto.
—¿Sí? ¿Estás bien?
—No sé, Sam.
—¿Qué dices, Mario? ¿Qué te pasa?
—Estoy perdido.
—¿Cómo que estás perdido? ¿Dónde coño estás? ¿Con quién?
—Pues que me he perdido, no sé dónde estoy y voy solo.
—Pero estás en Valencia, en Logroño o dónde.
—En Madrid.
—¿Es coña?
—No, no es coña. ¿Me vienes a buscar? Tampoco es coña que me he perdido.
—Eres imbécil, buen susto que me has dado. ¿Y por qué no has avisado? Te hubiese recogido en la estación.
—Y yo que sé, mejor factor sorpresa. ¿Vienes o qué?
—Pásame ubicación.
—Voy, chao, te quiero
—Chao, te quiero.
Colgó la llamada y sintió una alegría inmensa cuando entró en WhatsApp y vio que la ubicación en tiempo real de Mario era a media hora de allí.
Se despidió de todos los que estaban en el local disculpándose y con la promesa de que volvería allí otro día. Tardó un poco más en despedirse de Flavio y de Maialen a quien le dijo por séptima vez que si de verdad no le importaba que Mario se quedase en el piso.
Salió en busca del chico, iba con el móvil en la mano para saber dónde estaba él en ese momento, con la alegría de un niño pequeño con zapatos nuevos. Se le fue un poco esa adrenalina cuando vio el mensaje que recién le mandaba Flavio.
Pásalo bien.
Sintió que era bastante cortante, pero no le quiso dar más vueltas de las que tenía, ya había visto que el chico no había recibido bien que su mejor amigo fuese de sorpresa a la capital para visitarla. Le dio bastante igual en el momento y después, estaba Mario en Madrid y era algo que no podía dejar pasar ni un segundo más.
ESTÁS LEYENDO
La Liada || Flamantha
FanfictionSamantha Gilabert, 26 años y de un pueblo alicantino, marcada por el fallecimiento de Laura, su mejor amiga, decide devolverle todo lo que esta le dio en forma de canciones. Se muda a Madrid con la intención de dejar pasar todo el dolor que sus tier...