21. No hay vuelta atrás.

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El primer mes del año estaba a punto de acabar, Samantha habia vuelto a su horario de trabajo habitual, aunque en ocasiones tenía que alargar su jornada. No le importaba del todo, hasta que el tiempo en el bar hacía que aplazase planes.

En los últimos días de enero había sido diferente al comienzo del mismo, quedaba casi todas las noches con Flavio para ir al banco que ya parecía llevar sus nombres, pasaba el tiempo libre con Maialen, hacía videollamada con todos sus amigos aunque llegase a ser caótico era reconfortante estar así incluso a kilómetros, tocaba la guitarra en el salón sin la sensación de tener que esconderse para que su compañera no se enterase. Pasaba tiempo acompañada y otro tanto tiempo con ella misma.

A lo tonto había compuesto un par de canciones a medias, había llorado con canciones escritas desde el dolor que sintió meses atrás y había pedido a sus padres que le llevasen el teclado a Madrid.

—Samantha, van a venir mis amigos por la noche, espero que no te importe. Bueno, estarán a nada de llegar, pero se me ha olvidado avisar.

—No te preocupes y claro que no me importa que vengan. Voy a acabar de componer una cosa que tengo a medias y me tengo que duchar.

—¿Me puedes enseñar algo de lo que hayas compuesto?

Por su cabeza pasaron mil cosas, muy rápido y para sorpresa de la morena acabó accediendo.

—Es un poema pero no es de ahora y está en valenciano. Se llama tornaras?

T'enyore, t'espere,
t'escric, et pense,
et cride, no respons
et demane que tornes i no m'escoltes.

Em canse, descanse
i torne a atacar
et mire, et plore
no tornes.

Xille, comence a correr
vull fugir,
quan fugir significa anar a buscar-te

T'enyore molt,
moltissim.

—Buah, Titi, he entendido la mayoría, eres increíble, mira —le mostró la piel de gallina de sus brazos— habiendo entendido la mayoría.

—Ay, Mai, jo, muchas gracias. Además que me lo digas tú me hace más ilusión.

—Eres buenísima, en cualquier cosa que hagas, es una de todas tus virtudes.

—Jo, Mai, tú también lo haces todo bien, me alegra mucho que te haya gustado, eres genial.

Un par de minutos tirándose piropos, pero a sabiendas que tras ellos habían únicamente verdades dichas por ellas mismas, la admiración que se tenían entre ellas era máxima.

Llamaron al timbre, Maialen fue a abrir la puerta y Samantha aprovechó para terminar lo que había dejado a medias, pasó por el salón a saludar a quienes estaban ahí y se fue al baño a ducharse.

Fue imposible que su ducha durase menos de diez minutos y que no cantase las mejores canciones que salían por el altavoz portátil conectado a su móvil. Y pasadas unas canciones cantadas por ella misma, se acordó de la gente que había en el salón y deseó que no hubiesen escuchado nada de lo que había pasado.

Se puso un chándal cómodo con el que seguro acabaría durmiendo. Echó las cosas al cesto de la ropa para después sacarlo y se fue a su habitación.

No pasaron más de diez minutos cuando Maialen llamo a la puerta de su habitación.

—Puedes pasar, Mai.

—Era solo ver si estabas haciendo algo.

—Qué va, estaba viendo las series que hay en Netflix para ver algo rápido.

La Liada || FlamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora