4. La libreta.

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—Te va a ir genial, Sam, seguro que consigues ese curro.

—Ojalá, Mai.

Los tres días que llevaba instalada ya en la capital habían sido algo caóticos, le quedaba acordarse de las calles por las que tenía que coger para ir al supermercado y recurría al móvil.

—Si te pierdes o necesitas ayuda para ir o volver a casa me llamas.

—Sí, Mai, eres la única persona a la conozco aquí, en caso de necesitar algo recurriría a ti.

—¡Ah! Me has recordado una cosa. Pronto cumple los años uno de mis amigos y pensamos en hacerle una fiesta sorpresa, aún estamos pensando dónde la haremos pero propusimos en hacerla un viernes en el piso de alguien. ¿Te importaría si viniésemos aquí? Todavía no hay nada seguro pero prefería saber primero qué opinabas y así os podéis conocer.

—Claro, Mai, puedes traer a quien quieras, al final llevas más tiempo en el piso y son tus amigos, por mí no hay ningún problema.

—Genial y, por cierto, que yo sea la que más tiempo lleva aquí no significa que mande o tenga más poder en el piso. Lo pagamos las dos y si alguna no quiere algo, no se hace, pero tenemos el mismo poder aquí.

A cada día que pasaban juntas la rubia se daba cuenta de la suerte tan grande que había tenido al dar con Maialen, se parecían tanto y compartían tantas cosas que a las dos les daba la sensación de que en otra vida se habían cruzado y sido como hermanas.

Incluso ese pensamiento lo compartían, Maialen hablaba a sus amigos genial de Samantha y de la gran alegría que le producía estar viviendo con ella. Conectaron desde el primer momento, sin a penas haber compartido sus gustos, cuando la valencia solo visitaba el piso para después elegir entre otros.

Y menos mal que eligió aquel piso céntrico con aquella maravillosa compañera.

Era miércoles y tenía la entrevista en a penas media hora, recogió el móvil que estaba cargando en un rincón de la cocina, se despidió de Murphy con un par de caricias y de Maialen con un par de besos y mucha suerte deseada por parte de la morena.

Se marchó al bar en el que tenía la entrevista, se cruzó con un par de personas que paseaban a sus mascotas, con bolsas y alguna que otra que iba corriendo, el nerviosismo acrecentaba según se acercaba al lugar.

—Hola, soy Samantha, venía para la entrevista de trabajo—. Una alegre mujer, con una sonrisa contagiosa, le pidió que la siguiese y se adentraron en una pequeña oficina.

-Pues Samantha, el puesto de trabajo sería para coger cuanto antes pues la chica que había antes ha tenido que mudarse y no encontrábamos a alguien hasta que llamaste. Son las condiciones que hemos hablado—. Le explicó detenidamente las condiciones, el horario y de más cuestiones, después le tendió un par de papeles sobre la mesa. —Este es el contrato, si estás dispuesta a firmar podrías empezar mañana mismo.

No se lo tuvo que pensar mucho, tampoco había encontrado ningún trabajo que le fuese a convencer más y que además pagasen tan bien, aunque en ese momento el dinero le daba igual con tal de tener algún ingreso. Firmó y le tendió el par de hojas ya firmadas a la mujer, Noemí.

—Perfecto, Samantha, pues mañana a las nueve empezaría tu turno. Como ya te he comentado es posible que algún día tengas que hacer también el turno de la tarde, todo lo que hagas será remunerado.

Accedió y contenta con su nuevo trabajo, pensando en que a corto plazo no tendría problema para pagar el alquiler del piso y cubrir los gastos.

Regresando al piso pasó por una pastelería y se dio el lujo de parar a comprar un par de donuts para ella y Maialen, no tardó en salir de la pastelería y dirigir finalmente al piso. Miró el móvil en el camino al piso y se encontró con que tenía un par de mensajes de su compañera y otros de Débora.

La Liada || FlamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora