Aquel "mañana" ya era ese mismo día, y Samantha solo podía sentir que los nervios podían con ella.
Era justo ese miércoles cuando había quedado con Flavio por la tarde-noche y hecha un manojo y cúmulo de sentimientos comenzó su día yendo al trabajo.
Se le olvidó por completo todo lo relacionado con el chico y se centró en el trabajo, en no liarla con algún cliente e intentar mantenerse ocupada. La mañana en el bar, al igual que las anteriores, había estado calmada, no muchos clientes pero sí los que habitualmente pisaban el local. Y como pieza indispensable en su mañana su compañera de trabajo y Manolo, a quien ya casi consideraban amigo y cliente favorito de ambos.
Aún le quedaban un par de semanas en las que tenía que trabajar por la tarde hasta prácticamente el cierre del bar. Así que casi siempre aprovechaba para sentarse en una mesa y comer junto a su compañera como si fuesen un par de clientes más, aunque ayudaban a su compañera que trabajaba en ese momento sirviéndose a ellas mismas.
Comieron alargando la sobremesa lo máximo que pudieron con tal de no tener que moverse de ahí, pero no les quedó más remedio que ceder cuando el reloj marcaba la hora de volver a sus puestos.
Las siguientes horas para Samantha fueron algo más pesadas, las horas trabajando se iban notando, había gente un poco insoportable, bastante ruido en el local y el tema del murciano.
Tenía pensado en ir a su piso cuando acabara la jornada, no sin antes pasar a un supermercado a por algo rápido para cenar. Pero su plan se truncó cuando a la salida del trabajo leyó un par de mensajes que tenía de la pamplonesa de hacía unos veinte minutos.
Sam, no sé cuanto te queda de trabajo. Estoy con Bru en el piso, si no es mucha molestia alarga la vuelta a casa.
Luego te cuento.
Muchas gracias, Titi, te debo una enorme.
Por la cabeza de la rubia pasaron varios escenarios que se estaban dando lugar en su piso y actual casa. Una de ellas un poco violenta pero la descartó siendo Maialen de quien trataba, otra de ellas una más ardiente que no la descartaba del todo, y otras cuantas más.
No te preocupes, Mai. No sé si contestarás a esto, pero aprovecho para ir a un par de tiendas de discos que hay por la zona.
Y ya me contarás.
Cedió al hecho de alargar la vuelta a casa, revisó la hora de los mensajes, y cuando vio que ya había pasado una hora larga volvió al piso para ducharse, cambiarse de ropa y maquillarse de nuevo.
Tardó en llegar la respuesta de su compañera pero llegó y le daba paso a la vuelta a su piso junto a un gracias y una promesa de que mañana se tendrían que poner las dos al día.
Llegó al piso e hizo lo que tenía pensado, se duchó, se cambió de ropa, perfeccionó el maquillaje que ya llevaba y cenó algo ligero.
Durante esa mini cena, aprovechó para enviar un par de mensajes a Flavio para acordar una hora y un lugar específico en el que verse. Y cuando ya lo hicieron, Samantha procedió a escuchar música y evitar prepararse un discurso de lo que le gustaría decirle al chico y que no seguiría.
—¡Me voy! ¡Cuando vuelva te aviso, te quiero! ¡Adiós Bruno!
Y así, con un par de voces desde la puerta de entrada del piso y sin escuchar la respuesta por parte de la pareja, se marchó hacia el sitio donde habían quedado.

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La Liada || Flamantha
FanfictionSamantha Gilabert, 26 años y de un pueblo alicantino, marcada por el fallecimiento de Laura, su mejor amiga, decide devolverle todo lo que esta le dio en forma de canciones. Se muda a Madrid con la intención de dejar pasar todo el dolor que sus tier...