30. Un tortazo.

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Llegó tarde a casa y como esperaba Maialen estaba ya dormida, o al menos en su habitación. Reflexionó y pensó en que a penas había pasado tiempo con la chica y que había sido porque el tiempo libre que tenía lo pasaba con Flavio. Sintió por un momento que se había convertido en lo que odiaba: quien deja de lado a sus amigos por un chico.

El sentimiento de culpa le duró bastante, tanto que a las dos de la madruga no evitó el impulso de hablar por WhatsApp a la chica y quedar en que la tarde del día siguiente lo pasarían juntas en el caso de que la chica no tuviese que hacer nada.

La respuesta no esperaba que llegase al instante, así sin leer los mensajes que tenía pendientes y dejando un "buenas noches" en el chat de su mejor amigo, dio por terminada esa noche tan larga e intensa a partes iguales.

No le quedó más remedio que madrugar para ir a trabajar, era un día que por excepción tenía que ir a cubrir el turno de uno de sus compañeros que estaba enfermo. Le costó, pero una vez en el bar no se arrepintió puesto que la compañía de su otro compañero se le hizo más ameno el tener que servir cafés y cervezas sin ton ni son.

La mañana no le costó de afrontar tanto como hubiese imaginado, sí el madrugar, pero por lo demás lo llevaba bastante bien. Aprovechó un descanso en el que no pedía nadie nada y miró el móvil para ver si su compañera había contestado o si seguía durmiendo.

Y para su sorpresa, Maialen había contestado a la propuesta de pasar la tarde juntas de forma bastante más agradable de lo que esperaba. Le volvió a invadir un sentimiento de culpa, ella había estado alejada toda la semana y la chica parecía que no tenía nada de rencor.

Terminó su media jornada, recogió sus cosas, se despidió de su compañero de esa semana y se dirigió hacia el supermercado a hacer una pequeña compra y ya coger algo de comida medio especial para hacer con Maialen.

No hagas comida, Mai. La compro yo y la hacemos juntas.

Vale, te espero para comer.

Además, tengo que contarte algo.

Dejó el móvil en cuanto entró a la tienda de confianza de su barrio, compró lo que necesitaba principalmente y lo que comerían ese día. No aseguró que fuesen a cenar en casa, así que no quiso comprar cena para ese día. Y a la vez que daba vueltas por la tienda, daba vueltas por su cabeza qué tenía que contarle la chica. Llegó al piso en cinco minutos, sin parar de dar vueltas al tema.

—Hola, Mai.

—Hola, Titi.

—Voy a dejar el bolso y vuelvo, en la bolsa hay comida para hacer, si te apetece.

—Veamos que traes.

Dejó sus cosas y se juntaron en la cocina para hacer juntas la comida de ese día, no pensó ni un momento en coger el móvil, es más lo puso a cargar lejos de la cocina para evitar esa tentación. 

Hablaron durante la comida sobre lo que habían hecho esa semana, Samantha le contó que había dado el paso en la relación con Flavio pero no sabía si se había adelantado más de la cuenta, y Maialen le contó que esa semana la había pasado con Bruno y que estaban muy bien juntos. 

Después de alargar la sobremesa tanto como pudieron, Samantha se escaqueó cinco minutos a la habitación, cogió el móvil y avisó a Flavio de que hoy no podrían verse porque lo pasaría con Maialen. No esperó la respuesta y salió de nuevo con Maialen al salón. 

—Se me ha olvidado decirte algo. 

—Pues tú me dirás. ¿Es bueno o malo?

—Bueno. Buenísimo. En esta semana Bruno y yo hemos ido a un estudio pequeño cercano y hemos conseguido alquilarlo durante una semana, te puedes venir si te apetece grabar algo aunque sea pequeñito. 

La Liada || FlamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora