25. La liada.

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-Va, Mai, solo me queda pintarme los labios.

-A mí ponerme el zapato izquierdo.

El piso estaba lleno de música por cada rincón, sus voces comunicándose que ya les quedaba poco para terminar de maquillarse o vestirse, los nervios por parte de la rubia que empezaban a llegar a sus máximos y Maialen que estaba emocionada como un niño con zapatos nuevos.

Quedaron en ir a un bar antes de ir al local con la excusa de liberar nervios y tomarse un par de cervezas para ir más ligeras, que decían ambas.

-Ya estoy, Mai.

-Yo también.

Salieron del piso en dirección al centro para buscar un bar que no estuviese muy lleno de gente, pensaron en ir al bar en el que trabajaba Samantha pero preferían acercarse más al centro y a la chica no le apetecía en exceso volver donde pasaba bastante tiempo. Antes de salir se despidieron de Murphy dejándole la comida y agua suficiente, un par de peluches y juguetes esparcidos por su zona del salón y comprometiéndose a no llegar muy tarde.

-¿Nos sentamos en esta mesa? Así puedo fumar, aunque hace fresquito, no me importa entrar dentro.

-No te preocupes, nos sentamos aquí. Pero no me hace gracia que fumes.

-Estoy dejándolo, Sam, lo prometo, ya no fumo tanto.

-Eso espero.

-Verás como sí, ahora llamemos al camarero.

Llamaron al camarero, pidieron un cubo de cuatro cervezas, ya que así les salía más barato beberse dos cada una.

Chocaron sus botellines y antes de beber, a la par soltaron un "quien no apoya...", frotaron la parte baja del botellín con la mesa con una carcajada que inundaba sus oídos y bebieron a la vez mientras se miraban sonriendo.

El rato que duraron las dos cervezas del cubo y la tercera que pidieron al camarero hablaron de muchos temas. Compartieron canciones que habían descubierto hacía relativamente poco, se contaron cosas de interés, por ejemplo, la situación entre Maialen y Bruno o cómo estaban Flavio y Samantha.

Acabado el tercer botellín se autoconvencieron de que lo mejor sería ir yendo al local, estaba a una media hora y a su paso tardarían más y no querían llegar tarde, sobre todo Samantha.

El camino lo pasaron entre carcajadas, unas palomitas compradas de manera improvisada a una señora majísima, tarareando un par de canciones y nervios creciendo por el cuerpo de las dos chicas.

-Mai, Mai, estoy muy nerviosa.

-Va a ir genial.

-Estás muy segura, no quiero que salga mal y que te lleves un palo.

-Oye -frenaron en seco- si algo sale mal, no pasa nada, Sam. Lo digo de verdad, si algo pasa, seré la primera en salir de ahí contigo.

-No quiero que pase algo y lo joda.

-Pero no vayas con esa mentalidad, no sabemos cómo va a salir, pensemos que bien, si sale mal, no pasa nada. No pasa nada.

-No pasa nada.

-No pasa nada. ¿Creamos un código por si algo va mal?

-Qué peliculera eres, me encanta.

-Es el 'creo que va a llover'.

-¡Mai, la referencia, te quiero! Y tenemos que ver juntas los hombres de Paco- rompieron a carcajadas a la par que seguían avanzando hacia el local.

-Vamos a crear un código.

-Pensemos.

-Mmm, qué silla más incómoda.

La Liada || FlamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora