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|Rugido|
𝚂𝙾𝙿𝙷𝙸𝙴
Me encontraba en el veterinario con Scott y Stiles. El plan que teníamos para detener a Jackson y salvar a la chica de la fiesta secreta, estaba en marcha. Anteriormente, Stiles me buscó por los pasillos del instituto para decirme que ya teníamos tres entradas, Isaac se encargó de pegar una paliza a tres pobres chicos que iban al equipo de Lacrosse. Así que ya teníamos un problema menos, ahora faltaba hablar con Deaton.
—¿Ketamina? —preguntó Scott al ver al veterinario sacar un pequeño medicamento del armario.
—Es lo que usamos con los perros, pero con más dosis —explicó Deaton. Buscábamos algo con lo que atrapar a Jackson, necesitábamos dejarlo inconsciente de alguna manera, ya que no íbamos a matarlo—. Si puedes acercarte a Jackson, eso lo dejará atontado y ganareis tiempo.
Le entregó el medicamento y una jeringuilla metálica a Scott.
—Esto otro, es una muestra para crear la barrera —dijo Deaton agarrando un frasco con una especie de polvo negro en él—. Esta parte es tuya, Stiles. Solo tuya.
Miré al mencionado y este apretó los labios.
—Eh... Suena a mucha presión —dijo el chico—. ¿Puede encargarme algo con un poco de menos presión para mí?
—No seas miedica, yo estaré contigo —le calmé.
—Eso si no te necesito yo —dijo Scott. Yo asentí con la cabeza.
—Está sacado del Fresno del cual muchas culturas consideran que protege contra lo sobrenatural. —Levantó el brazo y señaló el establecimiento—. Rodeé esto de cenizas de Fresno por lo que es difícil que alguien como Scott o como Sophie... me cause algún problema.
—Entendido —dijo Stiles—. ¿Entonces yo qué? ¿Esparciendo esto alrededor del edificio, Jackson y el que lo domina no podrán cruzarlo?
—Quedarán atrapados —confirmó Deaton.
—No será difícil —dijo Scott.
—No es solo eso —dijo Deaton—. Imaginaos que fuera pólvora. Es polvo, hasta que una chispa lo enciende. Tú tienes que ser esa chispa, Stiles.
—Si se refiere a que me prenda fuego, no estoy listo para esto —dijo Stiles rápidamente, a lo que yo rodé los ojos.
—Permitidme una analogía diferente —sonrió Deaton—. Yo era golfista, y los mejores golfistas nunca golpean sin antes visualizar a dónde quieren que vaya la pelota. Ellos lo ven en su mente y su mente se hace cargo. Puede ser impresionante lo que la determinación y el esfuerzo pueden conseguir.
