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𝚂𝙾𝙿𝙷𝙸𝙴
Estaba en el ascensor del hospital jugando con mis manos nerviosa. Stiles y yo llegamos al edificio con media hora de retraso, habían coches de policía en la entrada y sabía muy bien lo que nos esperaba ahí arriba.
La puerta se abrió lentamente y salimos casi a trompicones del ascensor. El sheriff se dio la vuelta y nos lanzó una mirada de rabia incontrolable.
—¿Sabes qué? —susurró mirando a Stiles. Era su hijo y seguro que deseaba echarle la bronca, así que me alejé unos pasos—. Porque estás en un hospital que sino te mato.
—Lo siento —dijo Stiles nervioso—, perdí las llaves de mi Jeep y hemos venido caminando.
—¡Stiles, no me importa! —gritó Noah dándole un pequeño empujón. Reinó el silencio entre ambos y aproveché para preguntar.
—¿Se pondrá bien?
Noah se dio la vuelta y observó la ventana de la habitación que teníamos delante. Podía verse a Lydia con un respirador tumbada en la cama, con unos moratones y una especie de sarpullidos extraños, cosa que no tenía cuando nos fuimos. Su madre le acariciaba la cabeza preocupada, y el sheriff solo podía pensar que era responsabilidad de Stiles que esto pasara, porque sabía que era su pareja del baile y no estuvo para protegerla... Porque estaba conmigo.
—No lo saben —dijo relajando el tono de voz—. Porque no saben que le ha pasado. Ha perdido mucha sangre y vosotros sabéis algo.
—Papá —empezó a decir Stiles para salvar la situación—, ¿qué quieres decir?
—Los médicos dicen que es como si tuviera una reacción alérgica. Su cuerpo no deja de estar en shock.
¿Una reacción alérgica? ¿Al mordisco? Lo normal sería que muriese o que se convirtiera... A no ser que Lydia no fuese normal desde un principio.
—¿Habéis visto algo? —preguntó el sheriff. Me relamí los labios y esperé a que Stiles contestara, no podíamos decirle la verdad. Y yo, aunque quisiera, era decisión de Stiles meter a su padre en ello o no. Si quería protegerle, más le valía no decir nada—. ¿Tenéis idea de quién o qué la ha atacado?
—No, no, no tengo ni idea —dijo Stiles con la respiración agitada. El sudor resbalaba por sus sienes y podía notar lo alterado que estaba.
—Yo tampoco —dije negando cuando el sheriff dirigió su mirada hacia mí.
—¿Qué sabéis de Scott?
—¿Qué hablas? ¿Le pasa algo? —preguntó Stiles deseoso por cambiar de tema.
