¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
|¡¿Otra vez me estás mirando el pelo?!|
𝚂𝙾𝙿𝙷𝙸𝙴
Abrí la puerta de casa con las llaves, entré dentro y cerré con un suspiro.
—¡Ya he vuelto! —exclamé antes de subir por las escaleras. Estaba como nueva. Había salido a correr, como hacía cada sábado, y el entreno había sido de lo más ligero, aunque hubiese durado dos horas.
—Te echaba de menos —dijo Stiles saliendo de su habitación. Se acercó para abrazarme, pero lo aparté.
—Estoy sudada —avisé.
—¿Me ves con cara de que me importe? —preguntó alzando una ceja.
Solté una risa y escapé de su agarre para huir hacia mi habitación. Pero no tardó en envolverme por la cintura con sus brazos y pegar mi espalda a su pecho para después dar un par de vueltas en ese abrazo inestable.
—¡Stiles! —exclamé sin poder parar de reír—. ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan emocionado? Pasado mañana es el primer día de clase, deberías estar desanimado.
—Porque tengo ganas de salir contigo a cenar —respondió dejándome en el suelo—. Antes de que empiecen las clases y estemos ocupados, nos merecemos un último respiro.
—¿Esta es tu manera de pedirme una cita aunque llevemos más de medio año juntos? —pregunté mirándolo con cierto brillo en los ojos. No sé si Stiles podría percibirlo, pero era capaz de hacer que me enamorase de él cada día más y más.
—Sí —asintió—. Va, arréglate y te llevo a tu pizzería favorita.
Sonreí emocionada y besé su mejilla con ímpetu antes de dirigirme a la ducha.
[...]
—Voy a pedir una mesa —me avisó antes de alejarse hacia un camarero. Aproveché ese momento para ponerme bien la falda del vestido que llevaba. No acostumbraba a arreglarme, pero de vez en cuando me gustaba sentirme guapa.
Stiles me hizo una seña y me acerqué a él para sentarnos al lado del ventanal del local, Bill's pizza. Apoyé el mentón en mi mano derecha y observé a Stiles, que estaba sentado justo delante. No sé cuanto tiempo estuve observándolo, pensando, fijándome en cada una de sus facciones, y sobre todo en...
—Deja de mirarme el pelo —pidió rodando los ojos.
—¡Es que no puedo! —dije exasperada—. En serio que no puedo.
—¿Por qué? —preguntó con una risa floja.
—Porque te queda muy bien, deberías habértelo dejado crecer hace tiempo —dije volviendo a quedarme embobada.
