Capitulo 36

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Ella toco la puerta unas tres veces pero nadie aparecía, creímos que ellos seguramente no estaban en casa, convencí a Maddie para que regresáramos después, cuando nos dimos la vuelta por fin alguien abrió la puerta… Era una mujer de unos 40 años, cabello rubio, unas cuantas arrugas se alcanzaban a ver en sus parpados, delgada y cabello arriba de los hombros, la mujer nos miró sonrientes, abrazo a Maddie y seguido me tendió la mano y me dio un abrazo formal, su madre era muy maternal y familiar, nos invitó a pasar, su casa no era la típica casa de campo con muebles de madera y fuera de la electricidad, su casa era como cualquiera otra de Hamburgo, televisión, luz, tostadora, reloj, etcétera. 

Un olor peculiar salía de la cocina, su madre lucia muy ocupada, pero a pesar de eso nos ofreció una taza de café, Maddie me invito a su habitación, esta estaba en el segundo piso, su casa era más grande por dentro de lo que parecía por fuera, había un pasillo donde habían unas 5 puertas de distintas habitaciones, me dirigí a la de Maddie, llevamos nuestras cosas y las dejamos ahí, su habitación lucia muy infantil, osos de felpa por todas partes y las paredes color rosa claro con unas decoraciones florales, Maddie aún era una niña aunque ella siempre tratara de ocultarlo y aparentar más edad, ella simplemente era inocente y pura, pensar en eso me hacía temer por su bienestar, seguridad pero sobre todo felicidad cuando ella tuviera al bebe; la inocencia aun brillaba por sus ojos. Bajamos de inmediato a la sala, pude ver que Maddie estaba exhausta, le pedí que fuera a dormir mientras yo trataba de ayudar a su madre, ella afirmo y pronto desapareció por las escaleras, me acerque a su madre, ella me sonrió cariñosamente 

-¿Dónde está Maddie? ¿Puedes llamarla? 

-Está en su habitación, no dormimos nada anoche y ella está muy agotada –Dije desviando la mirada

-Si gustas puedes irte a descansar, en la tercera puerta está la habitación de huéspedes

-Gracias, pero me gustaría ayudarla a cocinar o a lo que necesite –Dije tratando de parecer lo más normal posible

-Claro serás de gran ayuda, aquí hay unos vegetales que necesitan ser rebanados –Dijo ella sonriéndome y dándome una cacerola llena de zanahorias, patatas, calabazas, tomates, entre otros vegetales, tome un cuchillo y comencé a cortarlos, era complicado pues seguramente solo tres veces había cocinado en toda mi vida, era algo nuevo, la madre de Maddie se dio cuenta de que fui muy torpe al rebanar las patatas, tomo una patata y me mostro como debía cortarla, seguido de cada vegetal, ella se mostró muy maternal al enseñarme, ella era lo opuesto a mi madre, ella nunca me enseño absolutamente nada, solo de dedicaba a decir que yo era la oveja negra de la familia y no hacía más que quejarse de su hijo.

Pasaron tal vez dos horas, la madre de Maddie me contó sobre casi toda su vida, como era Maddie de niña, me contó sobre los hermanos mayores de Maddie, no paraba de hablar pero eso tenía su lado bueno, no me preguntaba nada sobre como había conocido a Maddie, entre otras cosas, por ende seguro y sabría que no somos solo amigos como Maddie dice a sus padres ocultando nuestra relación todo parecía ir muy bien hasta que… pronto su madre guardo silencio 

-Bueno Michael… No te lo eh preguntado ¿Cómo es que se conocieron tú y Maddie? Ella nunca me hablo de eso 

-Bueno pues…. –Dije mientras la tetera me interrumpía con su torrente chillido

-Parece que ya todo está listo, el padre de Maddie vendrá pronto, no te preocupes seguro te llevaras muy bien con él, es filósofo y a decir verdad es igual de culto que tú, Maddie me contó que te gusta mucho leer y ya tienes una carrera, ella debería tener más amistades como tú, eres un ejemplo a seguir para ella… -Dijo ella mientras se acercaba a darme un abrazo, di un largo suspiro, me había evitado responder su pregunta.

-¿Puedes ir a ver si Maddie ya está despierta? 

-Dijo ella, afirme con la cabeza y subí a la habitación de Maddie, la puerta estaba entre abierta, me dirigí donde ella, aún estaba dormida en su cama con sabanas de unicornios, me arrodille para estar a la altura de su rostro, se veía tan tranquila, su respiración era suave, no tarde en besar sus rosados labios, toque su vientre, este ya se veía y notaba crecido, no tarde en pensar como serian nuestras vidas con un bebe a nuestro cargo, seriamos padres muy pronto… 

Seguí observándola y admirándola, ella era hermosa despierta tanto dormida, ella era mi bella durmiente y nada lo cambiaría nunca.

JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora