Capitulo 42

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Después de tan enrollada situación, decidí vestirme y arreglar las sabanas, deje todo organizado e intacto en la habitación de Maddie, abrí la puerta sigilosamente, mire de un lado al otro y definitivamente no había nadie al asecho, escuche unas voces agudas y sutiles viniendo de la habitación de sus padres, una era la de Maddie, pero la otra era desconocida.

Comencé a caminar silenciosamente, evitando que aquel piso de madera que cubría el suelo rechinara, pase de puntillas para ser lo más cauteloso posible, pero fue imposible cuando una chica de cabello castaño, grandes ojos, nariz afilada, labios pequeños, delgada y más baja que Maddie por unos cuantos centímetros se acercó hacia mi muy presurosamente, creí que había algo detrás de mío, algo que le había llamado la atención, pero eso no era así, me miro tan solo unos cuantos segundos y me abrazo, me tomaba del brazo y comenzaba a entretenerse conmigo, parecía una niña jugando con un oso de felpa o algo semejante, sus grandes coletas, vestido de florecillas verdes y zapatos de broche la hacían lucir muy infantil, seguro y tenía unos 12 años, no más… 

No quise parecer patán o mal educado frente a ella, no quería que se llevara una mala impresión, así que la deje divertirse durante un buen rato aun que Maddie lucia algo irritada, pero no tenía sentido, no podía estar celosa de una niña de 12 años.

Bajamos las escaleras, ahí se encontraba una chica rubia y robusta con un bebe en brazos, Maddie me presento, y al parecer ellas eran sus primas, nos sentamos a tomar un poco de té con galletas mientras conversábamos, aunque yo de vez en cuando opinaba, ya que yo era alguien muy tímido y callado, para muchos yo era un hombre de pocas palabras… 

Aquella chica de nombre Bella, parecía estar muy entretenida conmigo, me abrazaba de una manera algo singular, era muy tierna y a decir verdad ella se notaba muy agraciada con ese rostro completamente infantil, por otra parte Maddie era más atractiva y bonita, ni sus propias primas le podían hacer partido a su belleza. 

Los padres de Maddie llegaron, no tardaron en saludar a las primas, Maddie me tomo del brazo mientras me guiaba a la puerta, yo no hice nada más que dejarme llevar, el sonido de la puerta hizo atraer la mirada de todos al instante, decidimos salir, aunque no estaríamos solos pues Bella deseaba ir con nosotros, no nos quedó más que aceptar, decidimos ir a una feria que no quedaba muy apartada, Bella no me soltaba mientras que Maddie me sujetaba del otro extremo, pronto comenzaron los movimientos bruscos, me sentía como un mueco de trapo, ambas tiraban de un lado al otro, no me quedo de otra que fingir felicidad y lanzar una que otra carcajada.

Por fin llegamos, se alcanzaba a ver una gran rueda de la fortuna, esta era la que opacaba a los demás juegos mecánicos, pronto Bella y Maddie me soltaron bruscamente, deseaban subirse a los juegos, por otra parte yo ya estaba mareado, tan mareado que parecía que hubiera subido a la montaña rusa de ida y vuelta, me senté a reposar en una banca, aunque no fueron ni unos pocos segundos, Maddie y Bella me tomaron nuevamente, una en cada brazo, por primera vez parecían trabajar en equipo, me llevaron a un juego mecánico, este era el de unas tazas que parecían dar vueltas, ellas reclamaban que las acompañara a subir, no podía negarme, acepte de inmediato, yo fui en medio, mientras que a los costados iban ellas, pronto el juego aceleró, cada vez con más velocidad, cerré los ojos con fuerza, nunca me habían gustado los juegos mecánicos, siempre los evitaba cada que iba a una feria, pero quién lo diría, siendo casi un adulto por fin me estaba armando de valor para afrontar uno de mis mayores miedos; por fin este se detuvo, Maddie y Bella estaban agitadas y entusiasmadas, saltaban de un lugar a otro, mientras tanto yo estaba algo nauseabundo otra vez.

Fuimos a comprar unos caramelos y frituras, las chicas comían sin fin, parecían idolatrar a todas esas barras de chocolate, palomitas de maíz, paletas y caramelo seco, al final ambas parecían estar completamente saturadas de golosinas, parecía que ya se habían rendido pero antes de que me diera cuenta habían ido por unos algodones de azúcar enormes. 

Nuevamente cada una me tomo de un brazo, Maddie y Bella ansiaban subir a la rueda de la fortuna, me aterraba subir, pensé en poner alguna escusa, siempre era muy suspicaz, reservado y asustadizo en situaciones de altura, siempre pensaba las peores cosas al enfrentarme a algo como eso, temía por mi vida, o al menos eso yo creía, aunque por otra parte siempre llegaba a la conclusión… las alturas sacaban lo cobarde de mi… 

JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora