Capitulo 49

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Pasaron los días, una semana… dos semanas… faltaban solo 5 días para regresar a Hamburgo, todo iba perfecto, Weikath parecía encajar con mi familia perfectamente, Bella y Susan de vez en cuando regresaban aunque Bella ya no mostraba esa postura que mostró el primer día que me vio, parecía que después de mucho tiempo ellas comenzaban a actuar amistosas conmigo, salí varias veces con Weikath a tomar el sol, fuimos a cabalgar a caballo, a merendar de día de campo y demás, le mostré como era vivir en el campo y al parecer a Weikath le había fascinado completamente, ya no había fumado ni un solo cigarrillo, eso quería decir que tal vez el ya no estuviese tan estresado como acostumbraba, aún seguíamos fingiendo ser amigos aun que varias veces mi madre casi nos pilla besándonos, pero por suerte esas veces solo habían sido escasas aunque por otra parte siempre sentía que ella comenzaba a darse cuenta. 

Los días pasaban, nuestra relación se fortalecía cada vez más, sabía que Weikath era el hombre ideal, con quien establecería una relación duradera. Mi barriga cada día parecía crecer un poco más aún que aún nadie se diera cuenta de mi posición, de vez en cuando las náuseas venían a mí, trate de fingir un malestar estomacal, nada grave, por suerte mi madre siempre me creía, que estaba esperando un bebe era lo menos que se les podría cruzar por la mente. 

Weikath y yo decidimos visitar un bonito sendero que se encontraba no muy lejos, solo teníamos que cruzar unos cuantos senderos, caminar no nos haría mal. 

Me coloque un vestido floreado hasta las rodillas, unos zapatos de piso color azul ultramar, un sombrero rosado que me cubriría el rostro del sol, lleve una pequeña canastilla con algunas manzanas, sándwiches de queso, jamón, lechuga y tomates.

Tendríamos un bonito día de campo como ya en otras ocasiones, el cielo estaba despejado, completamente azul, los rayos del sol eran alumbrantes pero no eran molestos.

Weikath se apresuró, tomó la canastilla mientras yo tomaba su mano y me recargaba en su hombro, de vez en cuando nuestras sonrisas se cruzaban, pronto llegamos al sendero, frente este había un estanque con algunos pequeños patos, de lejos se podían admirar algunas colinas y básicamente se podía observar todo el pueblo, desde la catedral hasta los prados otoñales. 

No pude distraerme de la mirada de Weikath, sus ojos grises parecían perderse en la nada observaba el cielo con su mirada desorientada con un poco de desconcertó, pude ver que lucía algo inquieto, no tarde en acercarme a él y preguntarle.

-¿Pasa algo? –Dije acariciando su pierna

- No… no es nada, sólo me angustia saber qué es lo que estarán haciendo Kiske, Markus, Ingo y Kai, espero que no estén pensando en remplazarme en mi ya larga ausencia… -Dijo bajando la mirada aún pensativo 

-Falta poco para regresar a Hamburgo, pero si quieres… puedes marcharte de una vez, yo regresare sola si así lo quieres –Dije abriendo la canastilla para comenzar a comer

-Maddie… no te dejaría por nada… -Dijo él mientras me tomaba de las manos y me miraba, no tarde en sonreír y bajar mi rostro suavemente ya sonrojado, comenzamos a almorzar aquellos deliciosos sándwiches y manzanas, posicionó su cabeza sobre mis piernas y pronto comenzamos a charlar de diversos temas, ambos reíamos, yo acariciaba su oscuro cabello que tanto me gustaba, a pesar de que todos conocieran a Weikath como alguien de suma amargura, un hombre serio y culto… Muy dentro de él se encontraba un Weikath cariñoso, afectuoso y dulce, él siempre trataba de verme reír, hacia lo que podía para que yo estuviera contenta y a decir verdad lo había logrado en todos los aspectos, estábamos decididos a pasar los últimos días de nuestra vida juntos. 

Ya comenzaba a atardecer, el ocaso era bellísimo, habíamos tenido un bonito día juntos, durante el recorrido regreso a casa nos topamos con una mujer de unos treinta años que cargaba a un pequeño bebe de tal vez unos 5 meses, este era diminuto y muy adorable, aquella mujer al vernos nos pidió que sostuviéramos a su retoño, ya que algunas frutas se habían salido de su bolsa y yacían en el suelo, no tarde en tomarlo con mucho cuidado, era muy diminuto y encantador, ya me veía sosteniendo a nuestro futuro hijo, Weikath lo miraba con mucha curiosidad, le pedí que lo sostuviera por un momento mientras ayudaba a la mujer a recoger aquellos frutos, Weikath era algo torpe y se notaba algo asustado sosteniendo al bebe pero al cabo de un momento la señora nos agradeció y tomo a su hijo. 

Seguimos nuestro camino, note que mi madre nos estaba esperando en la puerta o al menos eso parecía, al acercarnos nos miró y seguido nos sonrió 

-Tenemos invitados, al parecer los están buscando a ambos… -Dijo ella abriendo la puerta, no sabía de quien se pudiese tratar, era extraño tener a algunas personas buscándonos. 

JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora