Irresponsables | Paulo Dybala.

capítulo 3.

13 de Noviembre de 2016.

Antonella

Me desperté y lo primero que hice fue agarrar mi celular para ver la hora.

Casi una y media de la tarde.

Me paré y fui directamente al baño a lavarme la cara, los dientes y hacer pis.

Hoy era domingo e íbamos a pasar el día en la casa de nuestros papás. Todos los domingos eran así.

Fui a la habitación de mi hermana para ver si estaba despierta o si tenía que despertarla.

—Estas despierta.. —bostecé.

—Sí, una paja levantarme. —se quejó. —Pero la pasamos bien anoche, ¿no? Vos más que nada. —sonrió.

—Pero si no pasó nada. —me senté en su cama.

—El Colo me contó que le pasó tu número. ¿Te habló?

—Sí, pero para avisarme que ya lo tenía. Capaz hablemos más tarde.

—Ya lo creo. —levantó las cejas. —Es lindo.

—Ni me lo digas. —me puse de pie. —Bueno, levantate que sino vamos a llegar tardísimo.

—Me olvidaba.. me dijo mamá que hay visitas, así que tenemos que vestirnos un poco decentes y no todas zaparrastrosas como queríamos ir en realidad. —se destapó.

—Uy, bueno. Me voy a bañar rápido así después te bañas vos.

[...]

Me senté en el asiento del acompañante porque esta vez manejaba Camila.

En el camino escuchábamos un poco de música y aproveché a publicar una foto que me había sacado hace un rato, ya que antes no había podido debido al apuro.

Entré al Instagram de Paulo a chusmear un poco. Si bien lo seguía desde antes de conocerlo personalmente, nunca le había prestado atención a su perfil.

Estuve unos segundos bajando y bajando hasta que encontré una foto en la que estaba con una chica, su novia, por lo que decía en la publicación. Era del cinco de octubre de este año, es decir, el mes pasado.

—Che. —miré a mi hermana. —Me parece que Paulo tiene novia.

—¿Qué? Jodeme. Y tan pegado que lo tenías anoche.

—Mentira. —negué.

—Yo los estuve mirando un buen rato y él invadió todo tu espacio personal. Vos tampoco te quejabas igual.

—Basta. —reí. —Es que la música estaba al palo y no nos escuchábamos. 

—¡Ay, qué mentirosa sos! —rodó los ojos. —Lo que no entiendo es.. ¿para qué el otro te lo presentó si tiene novia?

—No sé, pero si intenta algo le voy a cortar el rostro.

—No te creo.

—Camila. —le pegué despacio en la pierna. —Sí.

—Te conozco, tonta. Cuando conoces a una persona que te calienta, como en este caso, no te podes aguantar y caes.

—¡Esto es distinto! Él tiene novia.

—Bue, nunca lo vas a admitir. Está bien. 

Camila me conocía más que nadie y la mayoría de las veces tenía razón. Era mi hermana melliza, literalmente hablando.