capítulo 8.

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26 de Noviembre de 2016.

Antonella

Estudiantes empezó ganándole a Banfield y se lo dieron vuelta, pero aún así seguían punteros. 

Recién era la fecha 11, pero lo más conveniente era que sumaran puntos porque los demás equipos lo seguían desde muy cerca, como por ejemplo Boca.

Era todo un tema ser hincha de un club y que tu hermano juegue en otro, y que ese otro sea Estudiantes, un club al que con toda mi familia le teníamos cariño debido a mi papá. Lo mismo pasaba con Argentinos y Newells, que eran clubes que queríamos que les vaya bien, menos cuando jugaban contra Boca. O también con Gremio en algún cruce de Libertadores, como en la final de 2007.

Camila bajó un poco el volumen de la tele y apoyó el control en la mesita que teníamos enfrente.

—Boluda, me llegó el mail con las notas. Fijate si a vos también.

—Qué raro a esta hora. —me paré y corrí hasta mi celular que se estaba cargando. —¿Bastante rápido, no?

—Mal. —tecleó algo en su celular. —Bueno.. ¿vemos? —asentí.

Abrí rápido la casilla y toqué el primer mail que apareció, que era el de la facultad.

—Nueve y nueve. —me miró mi hermana mientras sonreía. —¿Vos?

—También. —le devolví la mirada. —Somos libres. —volví al sillón y me desplomé ahí. 

Era un alivio tener todo aprobado.

Ahora se nos venían las vacaciones e íbamos a poder disfrutarlas tranquilas porque no teníamos ningún compromiso.

[...]

Solo a nosotras se nos ocurría quedarnos enganchadas con la película "El lobo de Wall Street", la cual duraba tres horas. Por suerte, mi hermana se dio cuenta de la hora y nos bañamos y cambiamos lo más rápido que pudimos.

—Me pone del orto no tener mi tiempo. —me miré en el espejo para empezar a maquillarme.

No era una persona de cargarse mucho, solo usaba lo que consideraba indispensable y lo usaba en poca cantidad. Corrector, sombra, delineador, máscara de pestañas y labial. Base nada más si era necesaria. Tampoco nada de pestañas o uñas postizas. Se me hacía que era muy incómodo.

—Encima no vamos a poder comer nada. —se sentó en mi cama para ponerse los zapatos.

—¿Qué hora es ya? —miré la tele que estaba prendida pero en mute. —¿¡La una menos veinte!? No llego. —dejé de hacer lo que estaba haciendo y preferí plancharme el pelo, ya que era con lo que tardaba más.

Irresponsables | Paulo Dybala.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora