capítulo 15.

316 28 0
                                    

16 de Febrero de 2018.

Antonella

Luego de horas de hacer malabares para acomodar los horarios, por fin pude lograrlo. Los lunes, miércoles y viernes iba para la facultad y los martes y jueves daba y tenía clases en el estudio.

Ni bien llegué al departamento tuve que volver a bajar debido a que Antonella me estaba esperando. Después de un par de días pudimos ponernos de acuerdo para juntarnos un rato.

—¿Cómo vamos? Con ese temita... —sonrió.

Ella, increíblemente, fue un gran apoyo en lo que respecta a Paulo. Tuvimos larguísimas charlas en donde me aconsejó y me ayudó.

La relación que teníamos era cien por ciento genuina, algo totalmente impensado hace un tiempo atrás para las dos.

—¿Qué decirte? Tengo un quilombo en la cabeza.

—¿Por? ¿Pasó algo?

—¡Qué no pasó! Me hizo una especie de declaración.

—¿Qué te dijo?

—Me pidió perdón por milésima vez, pero también me dijo un montón de cosas re lindas que no voy a repetir porque sino me voy a poner a llorar. Demasiado bien disimulé mis ganas de hacerlo en ese momento.

—Viste que te dije. Yo lo conozco, no sé si llegué a tanto como vos pero sé cosas.

—No te digo que no le creo o que no me movió nada lo que me dijo porque te estaría mintiendo, pero todavía me cuesta dar el brazo a torcer.

—¿No pensaste en ir al psicólogo? Capaz te ayuda en algo y dejas de maquinar tanto.

—Sí, pero considero que por ahora puedo manejar esto. Más adelante, si sigo sin conseguir respuestas, iré.

[...]

—A mí nunca me hizo eso, ni ella ni nadie.

—¡De la que te salvaste! Es realmente insoportable.

Completamente de la nada habíamos empezado a hablar de las infidelidades de Paulo para ver si teníamos alguna en común.

Y sí, dimos en el blanco con una: Agustina. Le conté desde cómo me enteré que me cagó con ella hasta los mensajes que me mandaba a mí después y las insinuaciones que le hacía a él.

Me parecía surreal y hasta cómico.

—También tiene que ver con que vos sos conocida, seguro ahí vio la oportunidad para rascar fama.

—Paulo me contó que le habló para decirle que la corte.

—¿Posta? Menos mal.

—Sí porque según él le dijo que si seguía con esas boludeces yo la iba a buscar.

—¡Ay, no! —se tapó la boca. —¿Lo ibas a hacer?

—No, pero ganas de arrastrarla por el piso no me faltaron.

—Ni te gastes en esa mina.

[...]

Paulo

Por fin habíamos finalizado la pretemporada y estábamos de vuelta en Turín, donde en dos días tendríamos nada más ni nada menos que el clásico contra el Torino. Pero ahora, y desde hace unos días, lo único que tenía en mente era a Antonella porque seguía sosteniendo que le había movido el piso.

No le hablé ayer y tampoco iba a hacerlo hoy porque quería darle el espacio que sabía que necesitaba para pensar en todo lo que tenía dándole vueltas en la cabeza.

—¿Cómo te fue? —preguntó Nano, el responsable de que haya hecho lo que hice.

Antes de ir para Nueva York tuvimos reiteradas conversaciones dónde me aconsejaba que debía hacerlo. Me negué debido a que los nervios, que sabía que me agarrarían en esa situación, me acobardaban un poco.

Los primeros días en Estados Unidos, a la hora de irme a dormir, recordé todas esas veces que me dijo que nunca me había visto así de enganchado y que Antonella lograba sacar mi mejor versión.

Eso fue lo que terminó logrando que dijera sí, lo voy a hacer.

—Bien... creo.

—¿Cómo creo? Dale, ¿sí o no?

—Yo creo que estamos bien. A ver, no te digo que vamos a volver porque está muy complicado pero ya con que me haya escuchado me conformo.

—¿Decís que está complicado?

—Sí, la verdad no veo muchas chances.

—¿Por?

—La veo muy convencida de no querer nada conmigo.

—¿Me estas jodiendo? Se acaban de ver hace un par de días, Paulo. Si no quisiera nada no habría pasado nada.

—Sí, pero nos vemos solo para coger y nada más. Yo la quiero a ella. 

—Igual anda haciéndote la idea de que es poco probable que se venga para acá si vuelven, eh.

—¿Vos decís?

—Sí, ya tiene su vida allá. No la veo dejando todo otra vez.

—No sé, la verdad. No sé nada... —suspiré. —Veré si pasa algo en estos días.

Irresponsables | Paulo Dybala.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora