capítulo 7.

619 36 0
                                    

29 de Junio de 2017.

Antonella

Hoy tenía turno con el ginecólogo y estaba muerta de ansiedad. Mi salud mental, que a esta altura ya pendía de un hilo, estaba en las últimas.

Esto solo lo sabían las chicas y no quise contárselo a nadie más por las dudas. Más adelante, sea cual sea el resultado, capaz se lo diría a mi familia.

Tendría que quedarme a Redacción Periodística, que era la última materia del día, pero estaba justa de horario y tenía que salir cuanto antes.

Honestamente, en este momento, me preocupaba más mi tema personal que mi carrera. Por lo que salí de la facultad, subí al auto y manejé hasta allá.

[...]

Me quedé alrededor de diez minutos en la sala de espera cuando por fin llegó mi turno y entré.

—¡Antonella! Hola..

—Hola. —sonreí y me senté.

—¿Qué haces por acá? Hace no mucho que nos vimos.

Sabía que iba a parecerle raro, siempre venía una sola vez por mes.

—Es que.. —se me hacía tan raro decirlo. —Tengo un atraso.

—¿Más o menos de cuánto?

—Una semana.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones?

—Principios de mes.

—¿Se estaban cuidando?

—No siempre.

—¿En algún momento dejaste de tomar las anticonceptivas o te salteaste algún día?

—No, las tomé todos los días a la misma hora.

—Ok.. —anotó algunas cosas y se puso de pie. —Vení que vamos a hacer una ecografía.

Me recosté, me desabroché el pantalón y me quedé mirando el techo mientras se me pasaban miles de cosas por la cabeza.

Me puso el gel y, tomándose su tiempo, empezó a mover el transductor por todo el abdomen.

¡Se me iba a salir el corazón!

—Mmm, no.

—¿Qué cosa?

—No hay nada. Por lo menos yo acá no veo nada.

Largué todo el aire que había estado aguantando y no me había dado cuenta hasta que me dijo eso.

—Igualmente te voy a mandar a hacer algunos análisis porque a veces el feto no se llega a ver en una ecografía. Pero para que te quedes tranquila, estoy casi seguro de que no hay nada.

[...]

Llegué al departamento y lo primero que hice fue tirarme boca abajo en la cama porque estaba estresada, contracturada, por alguna razón de mal humor y con sueño.

Desde que saltó esta situación, me puse mucho peso sobre los hombros, me eché la culpa y me puteé muchas veces.

No quería esto ahora.

Escuché la puerta y la voz de Camila avisándome que llegó.

—¡Acá estoy!

Sentí la corrida que se pegó.

—¿¡Y!? —preguntó apenas abrió la puerta.

—Al parecer no es nada. Me tengo que hacer unos análisis por las dudas y ya está.

Irresponsables | Paulo Dybala.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora