Hace un rato volví de un almuerzo con Facu y Mati, comida de despedida se podría decir. Los dos ya se estaban por ir de vacaciones, por lo que no podía posponerlo para más tarde.
Los iba a extrañar mucho, por más que el contacto no íbamos a perderlo.
Más temprano había pasado por el estudio de baile y saludé, por última vez, a las chicas con las que compartí miles de coreografías. Si habremos estado horas metidas ahí adentro, en nuestro mundo..
Quedaba la parte más difícil, es decir, despedirme de mi familia. Pero todavía me faltaban un par de días, así que no quería pensar en eso ahora.
—¿Lloraste? —me preguntó mi mamá.
En vez de haberme vuelto a mi casa, me vine a lo de mis papás.
Estaba considerando seriamente en quedarme acá hasta que me vaya porque los iba a extrañar. Pensaba aprovechar todo el tiempo posible con ellos y con mis hermanos.
—Ay, sí. —me soné la nariz y corrí la silla para sentarme. —Los voy a extrañar tanto.. además me siento culpable por haberlos dejado en banda en el programa.
—No, mi amor. —me acarició el brazo. —Aparte pensá que sin trabajo no se van a quedar porque los pusieron con otros participantes.
—¡Pero igual! —me tiré dramáticamente sobre la mesa.
—¿Qué haces, ridícula? —apareció Camila.
Levanté la cabeza.
—Acá cagándome de risa, tarada.
—Bue, elegiste el camino de la violencia hoy.
Creo que todavía no era consciente de que en días iba a empezar una vida en otro país. Lejos de mi familia, de mis amigos.
No, definitivamente no.
Mi mamá cambió el tema de conversación.
—¿Cómo anda Agus?
—¡Se puso de noviaaa! —contestó mi hermana. —Justo el 14.
—Estoy segura de que no se van a separar nunca más, se lo dije un montón de veces ya. —sonreí acordándome.
—Ay, sí. Son tan lindos.
[...]
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