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1 de Junio de 2017.
Antonella
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Tú
Después me preguntas, pero
Me haces un lugar en tu casa?
[...]
Jamás pensé que iba a llegar hasta este punto porque nunca fui así y nunca hice algo parecido. Sinceramente no me reconocía y creía que ya me estaba volviendo loca.
Solo tenía que estirarme un poco y agarrar lo que estaba en la mesita de luz para terminar con esto de una vez por todas.
No lo dudé ni un segundo y manoteé el celular de Paulo que, para mi sorpresa, estaba desbloqueado.
Seguro pensó que todavía no me iba a despertar.
Entré a WhatsApp y le di vuelta todo. Y lo que encontré en los archivados, lamentablemente, no me sorprendió.
Estaba dolida y con mucha bronca al leer los reiterados mensajes intercambiados dónde decían que se iban a encontrar tal día y a tal hora. Con la casualidad de que me encontré con un mensaje reciente de apenas unos minutos, sin respuestas de él obviamente porque no estaba con el aparato encima.
Y si iba a arruinarme, iba a arruinarme bien. Así que me fijé desde cuándo venía esto.
Mediados de abril.
O sea que no solo que me cagaba cuando estaba acá con él, sino que cuando fui a Argentina también. Ah, y cuando fui antes a Roma por la final de la Copa Italia, por supuesto.
¿En serio había sido tan idiota como para no darme cuenta de esto antes?
Como escuché la puerta del baño, lo dejé en exactamente el mismo lugar y volví a acostarme.
—¿Qué te pasó?
Era obvia su pregunta porque yo ya estaba con los ojos llorosos.
