capítulo 25.

286 37 2
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


31 de Marzo de 2018.

Instagram Stories

antonellaschiavi

👀doloresdybala, paulodybala y 384

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

👀doloresdybala, paulodybala y 384.341 personas más

[...]

paulodybala

👀doloresdybala, rodridepaul y 722

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

👀doloresdybala, rodridepaul y 722.002 personas más

[....]

Paulo

Nano fue el encargado de conseguirme el lugar y el transporte para mi breve estadía en Roma, lo que me facilitó poder pasar a buscar a Antonella y traerla al departamento sin ningún problema.

Desde que llegamos había algo que me sorprendía, y no me quejaba, pero se me hacía un poco raro y era que estaba más cariñosa de lo normal. De su parte no era lo más usual, ella misma al principio de nuestra relación me hizo saber que no solía serlo con nadie y que conmigo cambió un montón, dandome a entender que si me cargoseaba mucho es porque me quiere en serio. Y no hacía falta que me lo aclarara, por más que me costó creérmela, jamás dudaría de que el amor que me tiene es sincero.

—¿Por qué lloras? —pregunté al escuchar un mini sollozo.

—No estoy llorando.

—A ver, mirame...

—¡No! —me abrazó más fuerte para que no pudiera verla. —¿Mañana ya te vas, no?

—Sí, como vos. Pero no me cambies de tema y mirame.

—¿Ves? —me soltó después de unos segundos y sonrió. —¡Estoy perfecta!

—Se, dale. Mira como tenes los ojos.

—Nada que ver... —fue hasta la cama para acostarse boca abajo. —Vení, Pau.

—¿No me queres decir nada? —me acosté como pidió.

En la última conversación que habíamos tenido, surgió el tema de si volvíamos o no. Me sorprendió al decirme que la respuesta ya la tenía y me la iba a dar cuando nos viéramos, es decir, hoy.

—Mmm, después hablamos de eso. —se me subió encima. —Ahora, besame.

[...]

Antonella

Me desperté, me estiré y agarré el celular de mi mesita de luz para ver la hora; dos de la tarde. Bue, ni me preocupaba porque ninguno tenía nada que hacer.

La noche de anoche me tenía muy sentimental porque era difícil explicar con palabras todo el amor que le tenía a Paulo y se sentía tan irreal sentir tanto por alguien; sentía que se me iba a salir el corazón de tan fuerte que me latía cada vez que me besaba, abrazaba o miraba a los ojos.

Me acerqué al ventanal y corrí apenas la cortina para encontrarme con el que suponía era un lindo día, pero no. Estaba gris y nuboso.

Me senté en la cama con la remera puesta pensando en si lo que estaba por hacer estaba bien y me contesté sola, la respuesta era no. Segunda vez que lo iba a hacer y con la misma persona, pero esta vez necesitaba una certeza para poder dar una segunda oportunidad.

Miré por encima de mi hombro para verlo dormir plácidamente y no quise esperar más porque si lo pensaba mucho iba a terminar arrepintiéndome y eso era lo que justamente no quería.

Rodeé la cama para llegar al otro lado y agarrar su celular que también se encontraba en la mesita de luz. Apenas lo hice, abrió los ojos y se quedó mirándome unos segundos hasta que reaccioné y salí corriendo al baño con él atrás. Por suerte fui más rápida y me encerré ahí mientras del otro lado tenía al cordobés golpeando la puerta sin parar y pidiéndome que se lo dé, algo que por supuesto ignoré.

No hacía falta decir que a mí ya se me habían acumulado las lágrimas en los ojos porque me sentía una estúpida y sentía como la dignidad, la seguridad, entre otras cosas que aprendí a fortalecer en estos dos años apareciendo en televisión recibiendo más malas que buenas, desaparecieron en un segundo.

Ese era el poder que Paulo tenía sobre mí.

Abrí los chats y ahí estaba ella, Oriana, diciéndole que le encantó conocerloExistían varias opciones: podía significar algo simbólico, la nada misma. O que se conocieron y no pasó nada. O que se conocieron y pasó todo. Pero yo ya no podía pararme a pensar y a razonar bien porque, por primera vez en toda mi vida, la inseguridad me atacó por completo.

Volvió a aparecer el miedo de que la historia se repita. El miedo a que los pensamientos no tan lindos resurjan. El miedo de que me persigan para dar explicaciones de mi vida privada. El miedo de poner la cara en lugares en los que estaba completamente expuesta y no iba a poder zafar. El miedo a que ciertas personas que creen tener el derecho de opinar así como así se pongan a hablar para sacar conclusiones erróneas, y que, peor, la gente se los crea y empiecen a comentar barbaridades libremente en redes.

Siempre creí que sí porque yo podía con todo, pero no. Esta vez, con esto, sí que no iba a aguantar.

Abrí la puerta, salí y le estampé el celular contra el pecho para irme a cambiar y salir de ese lugar ya. Estaba enojada, triste y con muchos sentimientos a flor de piel.

—Me quiero ir.

—Anto, par...

—Paulo, te estoy diciendo que me quiero ir. —terminé de ponerme las zapatillas y me paré dispuesta a que me lleve de vuelta a lo de mi hermana. Si hubiera sido por mí me iba sola, pero no sabía a dónde estábamos y un taxi no podía tomarme porque no tenía plata encima, ya que pensé que el final de este día terminaría de una forma totalmente distinta.

Irresponsables | Paulo Dybala.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora