capítulo 33.

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5 de Marzo de 2017.

Antonella

Hace tres días que estaba acá y no podría estar pasándola mejor.

Sus sobrinos llegarían mañana, los cuales son los únicos que todavía no conocí. Pero, en lo general, tuve un buen recibimiento de todos.

Paulo no estaba porque había viajado a Údine, justamente, para jugar hoy contra el Udinese. Por lo que estaba solo con la mamá y la cuñada, Romina. Los amigos se habían pegado una escapada a Córdoba y los hermanos habían salido a no sé dónde.

No estaba para nada incómoda, ya que a mí se me daba la charla con cualquier persona. Y también en gran parte era gracias a ellas que me trataban como una más.

—¿Y hace mucho bailas? —preguntó Romina.

—Empecé a los diez y desde ahí no paré más.

—Ah, ¡un montón! Yo también bailaba.. —contó. —Hasta que, bueno, quedé embarazada de Dolo y Lauti.

—¿Nunca retomaste? —agarré el mate que me ofreció la mamá de Paulo.

—No, con la crianza se me pasó el tiempo.

Nunca lo había dicho, pero uno de mis temores era que me pasara lo mismo. A veces se me venía la idea a la cabeza y me dejaba pensando mucho. Mamá iba a ser porque siempre lo quise, pero se me hacía imposible no reflexionar sobre eso.

Sin el baile no era nada y no me veía haciendo otra cosa en el futuro.

—¡Ay, no me digas eso! —sonreí.

—¡Pero vos sos re joven todavía! Tenes todo el tiempo del mundo. —sonrió también.

Seguimos hablando entre las tres, hasta que llegó la hora del partido y nos sentamos frente al televisor.

[...]

Paulo D

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Paulo D

Qué ondaaaaaaa

Todo biennnnnnn, y vos?

Ese empate 😥

Paulo D

Una broncaa

Igual todo bien

Por lo menos sumamos que es lo importante

Cómo anda todo por allá?

Estas bien?

Perfecta!

Tu mamá es un amor

Paulo D

Me alegro mi amor

En un rato ya nos vemoss

Te quiero😘

Yo másssssssss 😍😍😍

[...]

6 de Marzo de 2017.

Paulo

Había vuelto de entrenar hace apenas media hora y en breve ya tenía que volver a salir para buscar a mis sobrinos en el aeropuerto.

Todavía era un poco temprano, así que era el único despierto. Mi mamá, mis hermanos y mi cuñada estaban en su departamento. Y Antonella, durmiendo.

O eso creí, porque escuché la puerta del baño cerrarse.

Quise prepararle el desayuno, por lo que empecé cortando frutas y poniéndolas en un plato. Lo que más había puesto eran frutillas porque era lo que más le gustaba, me lo dejó bastante claro antes de ayer cuando fuimos a comprar y se agarró casi todos los potes.

Compartía la misma adicción que mi sobrina.

Escuché nuevamente la puerta del baño y como Antonella bostezaba.

—Buen día. —se puso en puntas de pie y me dio un beso en la nuca.

—Hola, mi amor. —le di un sentido beso en el cachete.

Se apoyó en la mesada cruzada de brazos.

—¿Cómo te fue?

—Bien, todo bien. —contesté y seguí con lo que estaba haciendo.

[...]

Saqué las valijas de mis sobrinos del baúl y cerré este mismo.

—Dame, tío. —Dolores agarró la suya.

Por el contrario, Lautaro ni se inmutó porque estaba muy metido en su celular.

Subimos al departamento y nos encontramos solamente con Antonella y Mariano hablando muy animadamente.

—¡Holaaa! —saludó simpática mi sobrina, rompiendo cualquier tipo de incomodidad.

—Hola, Loli. —dijo mi hermano.

—Hola..

Se acercó a saludarlos con un beso, la siguió mi sobrino.

Nos sentamos todos y, con mate de por medio, empezó una charla de varias horas.

[...]

Antonella

Salí de bañarme y fui a la habitación a cambiarme. Y como Paulo dormía, traté de hacerlo de la manera menos ruidosa posible.

No tuve mucho éxito porque a los pocos minutos lo escuché desperezarse.

—Estoy todo contracturado. —se quejó.

—¿Queres que te haga masajes?

Asintió y se sentó al costado de la cama. Yo me posicioné atrás de él, arrodillada.

Cerró los ojos y se dejó llevar, razón por la cual se le escapó algún que otro gemido.

—Paulo, callate que se te escucha y no estamos solos.

—¿Mmm? —murmuró sin saber que le había dicho, solo atinó a decir algo porque escuchó que hablé.

Aflojé la presión.

—No, no pares.

Que diga eso y tenga la voz ronca no me estaba ayudando al libido.

—Pero baja la voz, boludo.

—Sí, bueno, seguí. —agarró mis manos y las puso de vuelta en sus hombros.

[...]

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