01 | Club de voleibol

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Poco a poco sus ojos se fueron entreabriendo, siendo el techo lo primero que vio. Con flojera, lentamente se levantó de su cama. Ladeó su cuello provocando un suave crujido y estiró sus músculos. Bostezo para después mirar el reloj que estaba colgado en una de las paredes de su habitación.

¡Maldito! — gritó con furia.

01:40PM era lo hora que marcaba el reloj.

07:00AM era lo hora en que debió asistir a la escuela.

Esto da una mala imagen del personaje, ¿verdad?

Rápidamente tomó la ropa que estaba doblada sobre su escritorio -en realidad, solo tomó su bóxer y la ropa deportiva que usaría-. Estaba claro que no había tiempo para estar presente como mínimo en la última clase, por lo que su opción fue asistir al club que se le había requerido elegir.

Cuando estuvo listo, agarró la mochila que en su interior tenía algunas de sus pertenencias y los tenis especiales para dicho club. Corrió hacia la cocina, tomó el desayuno que su adorada madre preparó. Se dirigió a la puerta principal para enseguida abrir y salir de su hogar.  Al momento que escuchó el seguro después de haber cerrado, comenzó a correr hacia su nueva escuela.

Realmente no vivía muy lejos de aquel lugar.... mentira, le quedaba algo lejos pero haría lo posible por llegar a tiempo al entrenamiento. No quería dar una mala imagen a sus nuevos compañeros de club, no cuando era el nuevo estudiante.

Después de unos minutos pudo ver a algunos chicos que portaban aquel uniforme negro caminar hacia lo que supuso, sus hogares. Se apresuró y al ver el edificio, se alegró al notar que había llegado al lugar indicado.

Pasó su mano por su frente para poder retirar el rastro de sudor e inhaló con fuerza.

Entró y miró a su alrededor con admiración. La preparatoria Karasuno era muy diferente a su anterior escuela, el Seijoh. Sonrió levemente. Realmente había llegado a tiempo -o al menos eso creía-. Sin embargo, su gesto desapareció al notar un detalle importante.

¿Dónde está el gimnasio? — murmuró dudoso.

Los pasillos estaban desolados. No había quien pudiera ayudarle y/o guiarle hacia el gimnasio en donde se supone que debe estar el club de voleibol. Caminó unos momentos hasta que se detuvo. A su izquierda, a unos metros, había un portón cerrado. Desde su posición se lograban escuchar varios gritos e inclusive, habían dos chicos allí peleando. Estaba dispuesto a acercarse; no obstante, una suave voz lo detuvo.

— Disculpa, ¿eres de los nuevos?

Lentamente se giró hasta encarar a la persona de aquella voz.

Era una linda chica. ¿Qué digo?, ¡era hermosa!. El joven no pudo evitar sonrojarse al verla. Era de estatura alta, aunque él lo era aún más -por no presumir, él medía 1.82cm-, tenía suelto su oscuro cabello y usaba lentes además de portar un uniforme deportivo.

S-Sí — sacudió levemente su cabeza para poder tranquilizarse —. Soy de segundo año — sonrió —. ¿De casualidad sabes donde se encuentra el club de voleibol? — apenado, rascó su nuca.

Ella asintió.

— De hecho, me dirigía a ese lugar. Por favor, acompáñame.

El joven arregló un poco su castaña cabellera y la siguió, así notando que estaba en lo correcto. Al estar cerca del portón, observó con curiosidad a los chicos que hace unos momentos peleaban.

— Um, ¿podrían dejarnos pasar? — preguntó la fémina.

Ambos se alejaron, y la joven abrió el portón. En un instante, se asomó un rapado.

— ¡Kiyoko-san! Es bueno verte — su tono era amable —. Déjame llevar eso.

Mientras ambos hablaban, el castaño miró fijamente a unos de los chicos, en específico, al azabache. De alguna manera se le hacía extrañamente conocido. Después, miró al de baja estatura de cabellera anaranjada. Fue inevitable hacer una mueca. Definitivamente no conocía a ese chico.

El rapado, al ver al joven, puso una expresión intimidante. Eso lo dejó confundido.

— ¡¿Qué hacías con Kiyoko-san?!

La recién mencionada regresó —. Es de los nuevos — agregó.

Los dos chicos que al parecer eran de primer año, solo se mantuvieron en silencio.

— Llegas tarde niño. Ya pasaron las presentaciones — el joven bajó la mirada avergonzado.

En ese momento, el mismo chico de apariencia ladronzuela tomó su brazo así adentrándose al gimnasio mientras que un peligris se acercaba a cerrar el portón con una rara expresión.

— Lamento lo que acabas de ver — rió levemente —. Esta mañana ellos hicieron algo indebido — habló el de hebras grises.

— Le quitaron el peluquín al subdirector — dijo con burla el chico rapado.

— ¡Tanaka!

En eso, se acercó alguien más. De alguna forma, el castaño supuso que él era el capitán.

— Ignoralos — sonrió amigable —. Bienvenido al club de voleibol, soy Daichi Sawamura, el capitán del equipo. ¿Tú eres?... —.

Oikawa Satōru — respondió.

— ¿Eh?

Mi nombre es Oikawa Satōru — repitió.

— ¿El hermano de Oikawa Tōru? — dijo el peligris.

Ese mismo — suspiró.

— Realmente es una sorpresa que estés aquí — mencionó Daichi —. Bien, no preguntaré el porqué llegaste tarde, así que, comencemos a entrenar.

El castaño asintió con alivio. Sonrió y se acercó a los demás integrantes del club.

Al parecer, su primera práctica con su nuevo equipo no sería tan mala.

Al parecer, su primera práctica con su nuevo equipo no sería tan mala

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Sᴀᴛōʀᴜ | Kᴀɢᴇʏᴀᴍᴀ TᴏʙɪᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora