39 | ¡Viva la carne!

3.8K 529 29
                                    

— ¡Una vuelta de lanzamientos!

— ¡Sí!

Tal como el partido de ayer, Ubugawa había ganado al llegar a los veinticinco puntos. No obstante, Karasuno tomó el castigo con una extraña dignidad, se veían diferentes, sus expresiones daban mucho qué decir. Tal vez era por ser su último día en Saitama, o tal vez por aún no haber superado esas tres victorias desde que visitaron Tokio.

— ¡Demonios! — bramó con frustración Tanaka —. Seguimos perdiendo hasta el final.

Los cuervos inhalaban apresuradamente. Los lanzamientos para recibir eran muy cansados, lo eran aún más si tenían que hacerlo en toda la cancha. Algunos se apresuraron a beber agua y otros a intentar calmar su respiración. Era el mismo sentimiento de cansancio.

— Deben esforzarse y sobrevivir.

Daichi se había acercado a los cuatro anteriormente reprobados. De brazos cruzados, les dirigió una mirada misteriosa.

— ¿Daichi-san? — Tanaka fue el primero en hablar.

Los cuatro detuvieron sus acciones y miraron con atención al mayor. Por su expresión, parecía algo difícil de decir, o que al menos en su momento intentó ocultar.

— Me enteré por casualidad y no iba a decir nada... — empezó.

El rapado se le acercó con intriga.

— ¿Qu-Qué cosa?

Daichi suspiró. Inesperadamente, les dirigió a sus compañeros una seria mirada. Realmente esperaba no retractarse de decir lo que estaba por venir.

Ver el no tan extraño comportamiento del capitán le alertó de una posible mala noticia. Curioso por la sensata expresión del mayor y ansiosa de los menores, Oikawa se acercó.

— Cuando terminen los partidos... — guardó silencio por un momento. Los chicos lo miraban con mucha impaciencia e intriga —. ¡Los entrenadores nos invitarán a una barbacoa!

El de ojos azules no pudo evitar que su mandíbula cayera por la sorpresa.

Los cuervos se miraron entre ellos.

— ¡Bar... —.

— ...ba... —.

— ...coa?! —.

Exclamaron Tanaka, Nishinoya y Hinata.

El cansancio parecía desaparecer de sus cuerpos, porque los cuatro comenzaron a cantar y bailar.

El rapado inició —. ¡Carnita, carne, carne! ¡Carnita, carne!

Levemente inclinados con la piernas flexionadas, con los brazos extendidos tal cual robot, giraban las mismas de forma coordinada. El armador solo se limitó a balancearse hacia el frente y hacia atrás.

— ¡Ponla junta, carne, carne! — siguió Hinata.

— ¡Carnita, carne, carne! — lo acompañó Nishinoya.

— ¡Viva la carne! ¡Cien veces más energía! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Al reaccionar —. ¡Wahahahahaha! — carcajeó de manera ruidosa.

— ¡Carne divina! ¡Carne divina!

A Oikawa le causaba mucha ternura ver al azabache hacerles compañía a su animada danza.

¿Dónde está mi teléfono? ¡Debo grabarlo! — rápidamente corrió hacia su mochila.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sᴀᴛōʀᴜ | Kᴀɢᴇʏᴀᴍᴀ TᴏʙɪᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora