52 | Shiratorizawa

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Haaland: Lo siento, ayer tuve fallas técnicas.

Inhaló fuertemente en busca de oxígeno ante el fatigante acto. Lentamente pasó su mano por sobre su frente y labios. De nuevo, inhaló. Tragó fuertemente. Observó fijamente al contrario quien parecía fulminar con la mirada. Sonrió socarrón. Aquel color oliva parecía demostrar por primera vez un sentimiento. Alzó sus brazos con las palmas extendidas en espera de la señal.

Si los demás se lucieron, ¿por qué él no?

Posó sus manos en su nuca y se inclinó levemente. De soslayo miró el marcador.

Cuarto set, 28 - 27.

En cuanto escuchó al contrario tomar posición, frunció el ceño y se preparó. El árbitro silbó. Poco a poco, los de uniforme morado comenzaron a realizar su jugada, teniendo como esperanza el anotar.

¡Nishinoya!

El líbero había recibido.

— ¡Oikawa!

La pelota se dirigió hacia su persona. Apretó los labios e inmediatamente alzó sus manos sobre su cabeza. En ningún momento despegó la vista del objeto circular. Rápidamente examinó a los demás. Hinata, Asahi, Tanaka y Kageyama se alistaban para rematar. Al mismo tiempo, sintió la mirada del armador rival. Sonrió para sus adentros. Volvió a mirar hacia el balón.

Cada uno de sus compañeros fue saltando en espera del balón...

— ¡Uh uh!

Ninguno sintió ardor en su palma.

Shiratorizawa -especialmente el setter-, estaba anonado. En realidad, todos en el gimnasio lo estaban; sin embargo, eso cambió en un segundo. Gritos, aplausos y algunos golpes por parte de Tanaka y Nishinoya inundaron el lugar.

29 - 27.

— ¡Maldito Oikawa! ¡Eres un... ! ¡Ah! ¡Maldito! — repetía con emoción el rapado, sin parar de atacar.

¡Agh!

— ¡Buena esa, Oikawa!

El líbero había saltado hacia su espalda.

Las voces de sus demás compañeros no se hicieron esperar. Daichi palmeaba su hombro mientras Sugawara revolvía sus cabellos en un gesto de cariño y agradecimiento. Asahi no hacía más que sonreír sin parar de mencionar su finta y cómo los rivales no hicieron movimiento alguno.

— Debemos descansar — señaló el capitán, por lo que se dirigieron a donde el entrenador.

Ni bien había llegado, el rubio lo tomó del cuello de su playera.

— ¡¿Qué rayos fue eso?! — expresó con cierta molestia.

Uhh... Una finta — dijo con obviedad.

— ¡Niño! ¡Eso fue riesgoso! — señaló, esta vez algo tranquilo —. Si lo vuelves a hacer, al menos avisa a tus compañeros. Hinata casi se estrella contra la red — negó a la vez que acariciaba sus cienes.

El castaño bajó la mirada, un tanto decepcionado de su reacción. Se sentó junto a los demás, quienes bebían de sus botellas de agua para enseguida hidratarse y retirar su sudor con un trapo que se le fue entregado.

— Buena jugada, Oikawa.

Por segunda vez apretó sus labios, debía contener su emoción, aunque la sonrisa nadie se la quitaba. Esta se ensanchó aún más al percibir un dedo entrelazarse con su meñique bajo el suave trapo.

Sᴀᴛōʀᴜ | Kᴀɢᴇʏᴀᴍᴀ TᴏʙɪᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora