38 | ¡Satō-chan!

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Con el balón entre sus manos, poco a poco rebotó el objeto contra el suelo con intenciones de calmar sus horribles ganas de lanzar la pelota hacia los molestos gritos del entusiasta búho de Fukurodani.

— ¡Buen servicio! — animó Kuroo.

— ¡Que caiga, Kawa-chan! — burló el poseedor del número cuatro.

Lanzó el balón para rápidamente correr y saltar a por su búsqueda —. ¡Es Oikawa! — bramó irritado al dar un firme golpe contra la pelota.

Su saque con salto fue efectivo. Para Tsukishima fue difícil recibirlo.

En ese momento, un pequeño pelinaranja se había asomado por la puerta, quería ver la jugada.

Al saltar —. ¡Aquí voy! — rugió emocionado el de ojos dorados.

Remató. El balón esquivó a Oikawa; sin embargo, con un brazo extendido, el azabache de fleco se lanzó para afortunadamente elevar el objeto circular.

¡Neko!

En cuanto la pelota llegó a su poder, realizó la levantada hacia el más alto. Tres pasos fueron suficientes para que lograra un gran salto y su fuerte brazo brindara un acertado remate.

— ¡Rayos! — se quejó Bokuto.

Ambos chicos sonrieron e hicieron un choque de palmas.

— ¿Uh? Tsukki, Satō-chan, ¿trajeron a un amigo? — dijo el peligris.

Hinata se asustó.

— ¿Qué pasó con tu compañero? — preguntó Tsukishima.

Algo nervioso, respondió:

— Kageyama volvió a practicar solo. Quería que Kenma me hiciera unos pases, pero huyó después del quinto.

— Es increíble que consiguieras cinco pases suyos — halagó Kuroo.

Mientras tanto, Oikawa se había alejado para poder sentarse a descansar y beber un poco de agua.

— Por eso... — pasos apresurados se escuchaban tras de él.

— ¡Déjenme entrenar con ustedes! — dijeron a la vez.

— ¡Lev!

— Ah, Hinata — sonrió el chico al notarlo.

— Lev, creía que estabas practicando recepciones con Yaku — habló intrigado el capitán de Nekoma.

El chico de rasgos rusos comenzó temblar de susto. Con una sonrisa casi despreocupada, miró a su mayor.

— D-Dijo que hoy lo estaba haciendo bien y me dejaría ir.

— ¿En serio? ¿No te escapaste? — entrecerró los ojos.

— ¡No! ¡Claro que no!

El de ojos gatunos negó divertido.

— Da igual... — sonrió —. Entonces... ¡¿Oikawa?!

¿Qué?

Ya estaba a un paso de retirarse del gimnasio.

— Satō-chan, ¿no seguirás practicando? — se cruzó de brazos.

Tengo hambre, y no llames así, búho tonto — respondió para finalmente salir del lugar.

— ¡Satō-chan!

— ¡Satō-chan!

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Sᴀᴛōʀᴜ | Kᴀɢᴇʏᴀᴍᴀ TᴏʙɪᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora