Capítulo 2: Seguridad

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A la mañana siguiente Paula fue a la universidad como si de una mañana normal se tratase, pero lo cierto era que no era una mañana normal, la mayoría de chicas de su clase hablaban del sobre de la Selección y estaban entusiasmadas. Paula sabía que cuando llegara a su clase se empezaría a sentir mal, porque aunque mandase la solicitud, ¿qué probabilidades tenía ella si ya solo en su clase había un montón de chicas guapas?

No se quería ni imaginar ni por asomo el montón de chicas guapas en todo Clermont, por no hablar de que algunas tendrían muchísimas cualidades, aficiones, etc, para Paula, su mayor cualidad era leer un libro en un día, porque sí, amaba leer, y entre el poco tiempo que le quedaba entre los estudios y Sarah, pues lo dedicaba a leer. Paula no tenía muchos amigos, era un poco introvertida, aunque desde que vive con su hermano ha ido confiando cada vez más en sí misma y se abre a los demás. Se quedó pensando hasta que una chica le llamó la atención.


- Tierra llamando a Paula, ¿pero qué te pasa?- dijo Leah

Leah era la única amiga que Paula tenía en la universidad, se conocían desde niñas, era una chica divertida y despreocupada y tenía muchas cosas en común con Paula. Pero sus personalidades eran polos opuestos, aunque Paula era muy divertida cuando tenía confianza, nadie podía superar a Leah

- ¿Eh? Ay perdón, estaba pensando en una carta que recibí anoche- comentó Paula con un poco de recelo, ya que sabía cuál iba a ser la reacción de su amiga.

- ¡No me hables de esa carta! Todo el mundo no para de hablar de eso y me pone enferma, ¿cómo pueden seguir haciendo eso? ¿Cómo pueden ver guapo al príncipe ese?- Dijo eso de una forma tan rápida que a Paula le había costado un poco entenderla.

- Opino lo mismo, no entiendo porque no paran de hablar, hacen que me sienta peor de querer participar y...- pero no terminó de hablar, porque su amiga le empezó a chillar en medio del pasillo y señalándole con el dedo, Paula no podía pasar más vergüenza en ese momento.

- ¡¿QUÉ TE VAS A PRESENTAR?! ¡¿PERO TÚ TE HAS VUELTO LOCA?!

- Leah baja la voz...- dijo Paula muy bajito porque lo estaba pasando fatal por culpa de su amiga.

- ¡Y una mierda! ¿Sabes qué fue lo primero que hice al ver esa maldita carta? ¡Tirarla!- dijo Leah, pero al ver la cara roja de ira de su amiga empezó a preguntarse por qué había abierto la boca siquiera.

- Para empezar, no, no estoy loca, puede que tu no quieras participar, pero yo sí que quiero presentarme, ¿crees que me presento por el simple hecho de ir a la Selección y que toda Illea me vea? Claro que no, solo quiero probar suerte, porque la Selección es una oportunidad que no pasa todos los días, es la oportunidad que necesito para cambiar de aires y dejar de pensar de una vez por todas lo decepcionante que soy ya que ni siquiera mi padre me soporta- se le saltaron las lágrimas por la rabia, pero se recompuso rápidamente- Es una oportunidad para encontrarme a mí misma y quien sabe, si entro a lo mejor me intereso por el príncipe, y no me niegues que el príncipe no es guapo, porque el hecho de que no te gusten los chicos no significa que todos sean feos-terminó de decir Paula riendo.

Tras hablar durante un rato, Leah acabó entrando en razón, no había pensado en que para ella la Selección era un reality show barato, pero para Paula, era más que eso, era salir de la ciudad, conocer a más personas y mostrarse tal y como es sin miedo a que la juzguen.


Esa tarde Paula decidió escribir la solicitud mientras Sarah leía, al día siguiente tendría que enviarla y hacerse una fotografía. Sarah, la cual era muy curiosa, empezó a preguntarse qué hacía Paula, porque estaba mirando el papel sin escribir nada.

- ¿Estás haciendo tus deberes Paula? ¿Quieres que te ayude?- dijo la niña mientras se acercaba a la mayor.


Paula rápidamente escondió la solicitud, no podía dejar que Sarah la viera porque no quería darle ningún tipo de ilusiones y que pensara que iba a ser ella la que fuera a la Selección representando a Clermont.

- ¿Qué? Eh... sí, de hecho es un trabajo, y podrías ayudarme aunque es de mayores y a lo mejor te aburres- dijo Paula, sabía que a la niña no le gustaba que dijera que estaba haciendo cosas de mayores.

- ¡Oye, que no me aburro, seguro que es súper divertido!- dijo Sarah emocionada.

- Está bien, bueno empecemos con lo fácil ¿sí?, ¿cuántos idiomas se hablar?

- Dos, inglés y español, venga otra más difícil.

- ¿Aficiones?

- Esa también es muy fácil Paula, pues te gusta mucho leer, cantar y no te gusta nada hacer deporte- dijo Sarah riendo

- Vale también era fácil, pero no creo que ponga lo de cantar- dijo Paula, había pensado que si ponía lo de cantar sería algo que muchas chicas también pondrían.

- ¡Pero si cantas genial! Tu hazme caso a mí que yo sé de lo que hablo- dijo la niña convencida.

Paula empezó a reírse muchísimo, para tener 7 años Sarah era una niña muy decidida y un poco mandona. Terminó de rellenar la solicitud cuando Sarah se quedó dormida y esperó a que sus padres llegaran para comentarles lo que tenía pensado hacer. Escuchó la puerta abrirse y supo que era el momento de echarle valor a la situación.


- Buenas noches señores Anderson, me gustaría comentarles algo- dijo Paula un poco temerosa

- ¿Qué ocurre Paula, le pasa algo a Sarah?- preguntó rápidamente el señor Anderson.

- No, nada de eso, Sarah está durmiendo y se ha portado genial. La cosa es que no se si saben que la Selección comienza dentro de dos semanas y han enviado las cartas y demás y bueno, yo.. yo... había pensado en presentarme y como mañana es el día para entregar la solicitud no podré venir a cuidar a Sarah- dijo Paula, que terminó de hablar y sintió que se había quitado un peso de encima.

Los Anderson se quedaron callados unos segundos, segundos que para Paula duraron una eternidad, hasta que Louise habló:

- ¡Oh Dios mío, claro! No sé cómo no me había acordado, escúchame bien, que ni se te pase por la cabeza pensar mañana en otra persona que no seas tú, Sarah pasará la tarde en casa de sus abuelos y tú irás a entregar la solicitud- dijo Louise emocionada, a lo que su marido asintió frenéticamente.

- Muchas gracias de verdad- dijo Paula sinceramente.


En la tarde del día siguiente Paula fue a entregar la solicitud y ha hacerse la foto, llevaba puesto una falda vaquera con muchos botones y una blusa lila abullonada que resaltaba su moreno del verano, ventajas de ponerte morena con rapidez y no estar muy pálida en invierno. Fue con su Edward y Leah y cuando llegaron se quedaron boquiabiertos con la inmensa distancia que había desde su sitio hasta la puerta de la oficina de correos.

- Menos mal que me he traído la guitarra y que vamos a cantar, porque esto va a ser un muermo- dijo Edward contento.

- Pues vas a tocar la guitarra tú solo, porque yo no pienso cantar delante de la gente, haríamos el ridículo- dijo Paula con mal genio que salía cuando su hermano le sacaba de quicio, lo cual solía ser cuando le decía enana (porque medía poco más de 1'55) o cuando se ponía pesado con que cantase delante de la gente.

- Venga vamos, seguro que se nos pasará la tarde volando- suplicó Leah.


Paula sabía que no podría negarse, así que cuando su hermano empezó a tocar la guitarra supo que estaba interpretando una canción muy conocida, por lo que cuando Paula comenzó a cantar todas las chicas de alrededor se le unieron y empezaron a cantar todas juntas. Leah tenía razón porque para ella llegaron a la puerta en menos de 5 minutos.


Paula vaciló antes de entrar, estaba muy nerviosa, pero recordó cual era el propósito de presentarse, así que no se lo pensó dos veces y sonrió a más no poder en la foto, Paula no sonreía porque quisiera conocer al príncipe, sino porque sabía que si su madre hubiera estado allí le habría dado la seguridad que ahora mismo le faltaba, sonreía porque ella quería vivir, vivir todo lo bueno que se merecía y sentirse feliz y orgullosa por haber conseguido aquello que se proponga.

Si te lo contara ya no sería un secreto (La Selección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora