Capítulo 27: ¿Eres feliz?

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- No hace falta que entres, lo tengo todo por medio- dijo Edward interponiéndose nervioso entre la puerta de su habitación y su hermana.


Habían pasado dos días desde que habló con la reina y hoy se irían los familiares de las chicas. Paula le había dicho a su hermano que le ayudaría a recoger sus cosas, pues sabía que su hermano no dejaría que ningún criado le tocara su ropa, aunque se lo había dicho solo para molestarlo un poco y divertirse antes de que se fuera.


- No seas tonto- dijo Paula intentando pasar por algún sitio- No es como si no hubiera visto ya tu habitación en casa.

- Créeme enana, no quieres entrar está hecha un asco- dijo cogiendo a su hermana pequeña por los hombros y dándole media vuelta para que volviera a su habitación.

Paula le dio un codazo y un pisotón haciendo que su hermano la soltara y se dio prisa en abrir la puerta.

- ¡Pero si lo tienes todo recogido! Vaya parece que te has hecho mayor hermanito, quien te ha visto y quien te... ¿¡Amanda!?

Vio a su amiga salir del baño de la habitación de su hermano, seguramente no había escuchado a Paula desde el pasillo. Cuando miró a Paula parecía que se le iban a salir los ojos de las órbitas. La morena miró a su hermano que la veía con una sonrisa nerviosa, por lo que Paula lo agarró de la camisa y lo metió de un tirón en la habitación.

- Antes de que me enfade más de lo que ya estoy, me preocupa una cosa... ¿no habréis hecho nada no?

- ¿Qué? ¡No!- dijeron ambos rápidamente.

- Sinceramente enana, no sé por quién me tomas- comentó Edward con una sonrisa pícara intentando suavizar la situación, cosa que no consiguió.

- Creo que no es el momento para que digas nada, a menos que quieras que empiece a contar qué sueles hacer en Clermont...

- ¿Qué haces en Clermont?- preguntó Amanda posando la vista de Paula a Edward.

- ¡Nada en especial! Solo estaba bromeando.

Amanda lo miró molesta porque sabía que había algo que no le estaba contando, pero Edward le dio una sonrisa y suavizó un poco su expresión. Paula pensaba que iba a vomitar, no creía que Amanda se comportará así con un chico y menos con su hermano.

- ¿Qué hacías aquí Amanda?

- Estaba... Quería... ver si tu hermano me podría prestar su guitarra.

- ¿Y para qué la quieres si no sabes tocar?- preguntó Paula sabiendo que le mentía.

- Oh, siempre es buen momento para aprender.

- ¿Y por qué no coges una de la sala de música o le pides una a tus doncellas?


Su amiga miraba en otra dirección que no diera con la cara molesta de Paula y Edward estaba con la vista en el suelo, cosa que hacía cuando estaba muerto de la vergüenza como su hermana.


- La cosa es que os he pillado y menos mal que he sido yo y no una doncella o un guardia. Encima que os voy a hacer el favor de encubriros con las cartas, no juegues con fuego.

- Muchas gracias por esto Paula- dijo Amanda acercándose a su amiga rodeando un brazo sobre sus hombros- Eres la mejor.

- Que se le va a hacer, soy un ser bondadoso y caritativo- dijo con una risa cantarina- ¿Se puede saber qué haces hablando con el idiota de mi hermano?

Si te lo contara ya no sería un secreto (La Selección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora