Capítulo 1: La Carta

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-¡Paula, has venido!- Gritó Sarah, la niña a la que Paula cuidaba por las tardes.

-¡Pues claro que he venido! Vengo todas las tardes peque- dijo Paula con una sonrisa en la cara, le encantaba hacer de canguro con Sarah porque era una niña muy dulce y enérgica.

-Sarah... ¿qué hemos dicho de gritar en casa? Un día de estos vas a hacer que Paula deje de venir con tanto griterío- le regaño su madre, siempre le decía eso, pero la niña apenas le hacía caso porque adoraba pasar las tardes con Paula.

-No se preocupe Señora Anderson, yo estoy encantada de poder cuidar y dar clases a Sarah, es muy lista y hace que todo sea más fácil-


Paula es una chica de 19 años de Clermont y está estudiando Educación, ya que siempre le han gustado los niños y tiene muchísima paciencia con ellos (incluso más que con algún que otro adulto). Lleva cuidando a Sarah desde hace dos años y va a su casa todas las tardes porque sus padres trabajan hasta bien entrada la noche. Ambas están muy unidas, Paula le tiene mucho cariño a Sarah, ella le enseñó a leer y aprendió tan deprisa que desde entonces ha sido siempre una de las primeras de su clase del colegio, y los Anderson no pueden estar más encantados con ella.


-Bueno, yo me voy a trabajar ya, si hay algún problema ya sabes donde llamar Paula, y por cierto, creo que no hace falta que te lo repita por millonésima vez, ¿llámame Louise, si?

-De acuerdo, Louise- dijo Paula un poco avergonzada.


Nada más salir por la puerta, Sarah echó a correr para llegar a su habitación, es un juego que tenían, si Sarah llegaba primero, podrían jugar antes de hacer los deberes, pero si Paula llegaba antes se hacían primero los deberes y luego jugaban, y generalmente ganaba Paula, pero ese día Paula se despistó un segundo y cuando Sarah estaba a punto de ganar le dijo:

-¡Sarah corre ven que te quiero contar un secreto!- Paula sabía que al decirle eso la niña iba a pararse a escuchar aquello que la mayor le dijera porque la niña era muy curiosa.

Como Paula esperaba, la niña hizo lo que hacía siempre al oír la palabra "secreto" por lo que Paula lo aprovechó y llegó a la puerta antes que Sarah.

-¡Eh no eso no vale!- dijo Sarah molesta.

-Claro que vale, no es mi culpa que te encanten los secretos, venga ahora a hacer los deberes, si terminamos antes jugamos a lo que quieras.


Cuando Sarah terminó de hacer los deberes le dijo a Paula que quería jugar fuera en el jardín con su vecina y ella al fútbol, y Paula no podía decirle que no, a pesar de que era un completo desastre en los deportes. Cuando terminaron de jugar, Paula le preparó la cena a Sarah y la llevó a dormir, esa noche Sarah estaba muy enérgica y despierta, mientras que ella estaba cansadísima.


Sarah quería que Paula le cantara la canción que siempre le cantaba su madre cuando tenía miedo o no podía dormir. A Sarah le encantaba escucharla cantar, para ella era la persona que mejor cantaba en el mundo, y no solo se lo parecía a ella porque una noche los padres de Sarah la sorprendieron cantándole la nana a la niña y se quedaron maravillados.

-Por favor Paula, canta un poco y ya me voy a dormir- le dijo Sarah con una carita a la que Paula no podía resistirse.

-Esta bien, pero luego a dormir señorita, que mañana hay colegio- dijo Paula con autoridad, a lo que la niña asintió rápidamente. Paula tomó aire y empezó a cantar.

Si te lo contara ya no sería un secreto (La Selección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora