Epílogo

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- No voy a salir así.- bufó Paula molesta.

- Venga si solo van a ser unas fotos en el jardín.- le dijo Byron divertido.

- Cariño me haces fotos todas las semanas, pero ahora parezco una ballena varada.- dijo Paula apoyándose en el escritorio del despacho de Byron.

- Eres la ballena varada más guapa del mundo.- dijo Byron divertido ganándose un guantazo en el brazo.- ¡Oye!- dijo riendo.

- ¡No te rías! Si estoy así es por tu culpa, seguro que tenemos un niño, tengo la barriga enorme.- dijo señalando la barriga.

- ¿Cómo estás tan segura?- preguntó curioso Byron.- Podríamos tener una mini tú.- dijo acariciando la barriga de su mujer.

- Porque con esta tripa tan grande vamos a tener un mini tú, y va a ser igual de alto y grande como su padre.- dijo suspirando feliz.- Me voy a la Sala de las Mujeres a leer.- dijo poniéndose derecha y echando a andar, y Byron se fue detrás de ella.- ¿Sabes que no tienes por qué acompañarme verdad?

- Estás a unas semanas de dar a luz, no voy a dejar que vayas sola por las escaleras.- dijo ofreciéndole el brazo.


El chico no se había separado de ella en todo lo que podía durante el embarazo, y cuando le recomendaron reposo absoluto para no alterar el embarazo, Byron insistió en estar junto a ella en todo momento, pues no quería que se aburriera.

- ¿Eres consciente de que estás gobernando un país?- dijo Paula levantando una ceja sarcástica mientras la acompañaba por las escaleras.

- ¿Y tú eres consciente de que eres la reina y que estás embarazada?- le rebatió divertido Byron.

- ¡Claro que me había dado cuenta! ¡Ahora todo el mundo me mira esperando a que me ponga de parto! ¡Literalmente TODO el mundo!- dijo casi sollozando la morena cuando llegaron abajo.

Y era cierto, últimamente en todas las revistas o periódicos, no solo de Illea, sino de todas partes, siempre había un artículo sobre su embarazo y cuando sería la fecha de parto. Paula intentaba no leerlos por aquello de estar tranquila, pero también veía las miradas de ilusión de todas las personas de palacio y de su familia. Y aunque no podría querer más a su bebé, también estaba preocupada, pues en las pruebas del embarazo no le encontraron nada peligroso al bebé, pero cuando su madre estaba embarazada de ella tampoco le encontraron nada y ella nació con su problema de corazón. Sabía que disponía de los mejores médicos del país porque era la reina y Byron había insistido, cosa que le llenaba de amor el ver cuanto les quería, pero no quería que su bebé tuviera que pasar algo como ella. Era consciente de que al menos uno de sus hijos heredaría su condición, pero no dejaba de pensar que solo por eso ya era una mala madre.


- Ey.- dijo Byron parándose en seco, últimamente era como si se hubieran cambiado las personalidades y ahora el tranquilo era él.- Lo importante es que tú estés tranquila y si hace falta digo que nadie te mire por el pasillo ni en ningún sitio para que te sientas cómoda.- comentó el rubio besando a la morena sacándole una sonrisa un tanto apagada, y se dió cuenta.- Bichito te conozco y estás pensando que vas a ser una mala madre si a nuestro bebé le pasa algo malo, no le va a pasar nada de lo que estás pensando, creeme confío en ello, y sé que va a tener a la madre más maravillosa del mundo porque le va a dar mucho amor, cariño y felicidad.- terminó de decir dándole muchos besos por la cara.

- Empalagoso.- dijo Paula riéndose por las cosquillas que le daba la barba del rubio.

- ¿Ah, si? Pues tú no dejas de buscarme constantemente para darme abrazos.- dijo Byron divertido con las cejas enarcadas.

Si te lo contara ya no sería un secreto (La Selección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora