—¿Adoptar un Dios animal?— asiento— ¿Estás escuchando lo que nos pides?
—Si, escuchen. Es un niño, el único que había toda esa raza pues hace tiempo dejaron de nacer niños y los que habían los usaban para servir a los mayores— ellos asienten, conocedores del tema— este niño ayudó a mi mamá y a mí esposa a escapar y la ayudó, dándole agua, una forma de salir.
Ambos hermanos vuelven a mirarse y afirmar con la cabeza.
—Si, es cierto, es un niño que ayudó mucho.
—Y no tiene culpa de nada.— exactamente— Y la Diosa Bomi lo quiere.
Desesperadamente.
—Podemos cuidar de él. Mientras se le asigna algún propósito a su existencia.
—Bomi está embarazada y los tres sabemos que el embarazo de ella será un asunto de cuidado.
Lo sé, por algo estoy cuidandola bien. Bomi tendrá un embarazo normal de nueve meses dado que nacerá otro Dios físico y además importante, el Dios vampírico de la resistencia física y espiritual.
Así que tiene que formarse muy bien, una vez nazca tardará un poco más en crecer, será básicamente como un niño humano normal.
Ambos hermanos suspiran al mismo tiempo y terminan aceptando.
—Solo porque te debemos mucho, Jungkook, haremos una excepción a esto y aceptaremos al niño.
—Gracias.
—Pero necesitamos hablar con él, preguntarle si está de acuerdo en que coloquemos algunas características nuestras en él para que pueda sobrevivir en un ambiente tan distinto— se observa las uñas, caminando hacia la sala dónde el niño está— no estamos diciendo que vamos a convertirlo en un Dios vampírico porque eso es imposible, pero si hay que hacerle unos pequeños cambios.
No tengo problema con eso. Ellos se llevan al niño solo por un rato prometiendo que estará bien y yo me siento a esperar junto a Bomi, observo sus pies enfundados en calcetines.
—¿Cómo van esos pies?
—Estoy bien, no duele— se acerca, se me adhiere al torso y me pucherea— no quiero molestarte...
—Pero de la nada quieres que vaya y traiga algo que se te antojó.
—Es que, tú mamá hizo pastelillos para Lyon pero yo también quiero y dejó algunos en la cocina.
La miro con mi mejor cara de "me temo que no puedes" y beso su puchero.
—Bomi, no puedes consumir ni un poco de dulce hasta que nazca el bebé ¿sabías eso? por supuesto que lo sabías porque te lo dije la misma noche que nos avisaron de tú embarazo.— me pestañea—Y es muy de noche, no.
—Estás diciéndome que no a todo muy seguido.
—Pero no es porque no quiera darte dulce, simplemente que no puedes.
—Entonces tú tampoco vas a comer dulce hasta que yo no pueda comer dulce porque esto tiene que ser trabajo en equipo o me voy a enojar.
Cierro los ojos.
—Y tú estás amenazándome muy seguido, eh. Y no te preocupes porque recuerda que yo no consumo dulce, no en exceso como tú, señorita.
Me blanquea los ojos ¡Acaba de blanquearme los ojos! La señalo.
—¿Qué?
—Te voy a castigar cuando nos mudemos, lo prometo.
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