Brendan Birch, el hijo de un célebre investigador, se abre paso por su región natal cumpliendo su sueño de llegar a ser campeón. Pero no esta solo, compite con su amiga de la infancia May Senri en ver quien llega primero a enfrentar la liga pokémon...
La luz del atardecer invadía cada rincón de ciudad Petalia. May Senri, una talentosa entrenadora de Villa Raíz, estaba sentada en una banca fuera del hospital de Ciudad Petalia, acomodándose su pañuelo verde sobre la cabeza al tiempo que escuchaba en su PokeNav una entrevista a Wallace exlíder de gimnasio de ciudad Arrecípolis. Habían pasado dos años desde el día de la emergencia. Aquel desastroso día había calado hondo en los habitantes de la región Hoenn. Varios edificios se cayeron, muchas vidas se perdieron, incluso al día de hoy no habían podido reconstruir toda la región. Todo se habría ido al carajo de no haber sido por la aparición de un tercer Pokemon legendario y su entrenador. Todos se preguntaban quien era ese misterioso chico que se atrevió a enfrentar a los dos Pokemon que dieron forma al mundo. May lo conocía muy bien. Él era su amigo. Su mejor amigo. Pero eso se acabó. Ahora solo quedaba un monstruo sin alma. Tomó sus cosas y se levantó, volviendo al hospital, solo para encontrarse de frente con el monstruo. Ese gorro blanco y esas ropas negras eran inconfundibles. Sus miradas se cruzaron. Sus ojos ahora estaban vacíos y sin emoción. No había duda que era él, pero a la vez no lo era. El cuerpo de May se tensó como nunca y empezó a temblar al sentir su mirada. Su mente le pedía huir pero su cuerpo no respondía. Se paró frente a ella y May temió una vez más por su vida.
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Esta es la historia de ese chico. Esta es la historia de Brendan Birch, el entrenador que perdió todo por salvar su región.
Pokemon Esmeralda Delta.
Ubicación: Villa Raíz.
Todo comenzó hace 3 años, en el cumpleaños 14 de Brendan. A un lado de su cama había una pequeña casa para Pokemon en forma de árbol. De ella salió un pequeño pokemon reptil, verde del cuerpo pero con la barriga roja. Reptó por una rama que colgaba sobre su cara y se abalanzó sobre él.
— ¿Quién necesita un despertador cuando estás tú, eh amigo?
Acarició la cabeza de su Pokemon, se levantó de la cama y se ajustó la espalda con un tronido. Fue a la pared donde estaba el calendario junto al reloj que su padre le regaló y un mapa de la región Hoenn.
— Vamos a ver que hay para... ¿es hoy?... ¿¡en verdad es hoy!?... ¡Treecko, es hoy!
Corrió a abrazar a su pequeño amigo.
— ¡Al fin, Treecko! ¡Hoy me convierto en entrenador! Vamos no hay tiempo que perder.
Se apresuró a cambiarse y bajó a toda prisa las escaleras con Treecko en su hombro. Se había puesto una playera roja con negro, pantalones cortos negros y zapatillas blancas con detalles en verde.
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