6. Perfecta conductora.

936 70 74
                                    

Ginebra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ginebra.

El primo de Helena era agradable mientras íbamos en el vehículo. Sip, no parecía querer deshacerse de mí en ese momento hasta que llegamos al cine. Helena había logrado convencerlo en ir, y mentiría si no dijera que el chico me había visto de reojo con una pequeña sonrisa mientras asentía.

¿Quizá quería tener al enemigo de cerca?

Lo que sea que fuese, Thomas me molestaba ahora. Ya no era agradable, más bien era una perra (y disculpaba a los pobres animalitos). Cada cierto segundo, él encontraba la manera de molestarme o empujarme con disimulo para luego disculparse. Era un idiota. Gus, ni siquiera se había dado cuenta, y solo me había dicho que estaba siendo una paranoica.

Cuando finalmente llegamos caminando a la entrada del cine, Gus sugirió ver algo de terror, y por supuesto que acepté, porque amaba esas películas de miedo. Thomas, solo soltó un resoplido y se adentró con nosotros mientras sostenía unas palomitas de maíz.

Al encontrar nuestros asientos, no esperé que el jodido Thomas se sentara a mi lado, quien solo volteó a verme para ofrecerme de sus palomitas cuando los chicos nos miraban. Negué con la cabeza y miré a la pantalla al mismo tiempo que me hundía en mi asiento. Los trailers de otras películas comenzaron, y cada uno de ellos, era de miedo. A mi lado, podía notar como mi nuevo amigo trataba de ocultar su vista de ello.

Sonreí con maldad.

—Te vas a cagar en la película que veremos —murmuré hacia él.

Thomas solo bufó en voz baja volviendo a tragar las palomitas. No dijo nada, pero sabía que me estaba odiando en aquel instante.

Mi excusa: Él había comenzado.

Dos horas más tarde y sin quedar a ver los créditos, salíamos del cine comentando la película junto con Gus. Helena seguía a su primo y tiraba de su brazo cada cierto minuto para que viera alguna vitrina de ese mall. Para mi mala suerte, Thomas no se había cagado en la película. Él había actuado normal a mi lado, fingiendo que estaba bien con ello.

—Deberíamos comer algo —sugirió Helena—. Tengo hambre. ¡Mi estómago ya no da más! —se quejó mientras miraba una zona de comida.

La verdad, es que yo solo deseaba volver a casa y tirarme en la cama. Mi nivel de sociabilidad, se había esfumado después de estar en el cine. Y, además, no quería estar con Thomas en ese mismo lugar.

Estaba claro, ambos nos odiábamos.

—También tengo hambre. Vamos a comer una pizza o algo así —apoyó Gus.

—Yo debo irme —encogí mis hombros—. Debo terminar un taller narrativo para el profesor Styles —mentí cuando observé a Thomas, quien ahora mostraba tensión.

GAME OVER [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora