34. La venganza de Gin (Part 1)

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Ginebra

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Ginebra.

—No puedo creer que los esté ayudando en esto —gruñó nuestro buen amigo Oliver—. Me negarán mi titulo. Me deportaran a mi país. ¿Por qué hago esto? —bufó mientras continuaba pegando cada papel de post it con rapidez.

—Deja de llorar y trabaja —reclamó Gus—. Ni siquiera hemos llenado la mitad —nos dijo cuando se le acabaron las notas.

—¿Crees que hacerle una banderita hará que tu venganza sea buena? —interrogó Oliver—. Necesitas aprender a crear venganzas Gin. Eres malisima en esto.

Hinqué mis hombros.

—No. No es tan buena idea, pero le costará un mundo retirarlas todas de su carro —confesé—. Además, es solo el comienzo. Esto no es nada Oliv, estamos recién empezando —sonreí a la vez que imaginaba las siguientes dos cosas que haría.

—¿Esto no ofende a la comunidad? —le preguntó directamente a GusGus.

Mi amigo estiró sus labios pensativo. Negó con la cabeza y continuó con el arduo trabajo de pegar notas adhesivas de colores.

—Al menos a mí no me ofende. Y Thomas aún está en el closet para todos —soltó un suspiro—. Lo que hizo con nuestro amado Styles, no tiene perdón.

—Aún me sorprende lo que me han contado... No pensé que él —carraspeó su garganta un poco incómodo—. Que tu novio fuera bisexual. Es algo que nunca hubiera podido descubrir solo.

—Si le cuentas a alguien, te haré algo peor que pegar estas cosas —advertí.

Entornó sus ojos.

—No me interesa la vida de los demás Gin. Solo lo hago porque me lo pediste como un favor.

—¡Qué tierno Oliv! —exageró Gus, colocando una voz aguda—. Ahora sigue pegando. Este trabajo no se hará solo, y tomasito puede llegar en cualquier momento.

Solté una risa al ver el estrés en su rostro. Moví la cabeza y seguí colocando cada maldito papel en el auto nuevo de Thomas, a la vez que con la otra mano veía la hora, sintiendo la presión en mis hombros.

Necesitamos terminar antes de que su clase terminara. Aquello lo habíamos planeado hace una semana atrás, cuando Thomas llegó con su carro nuevo al campus de la universidad. Y, obviamente, no dejé pasar la oportunidad. Por eso, en ese momento estábamos pegando post it de colores en el vehículo, mientras que la posibilidad de que nos encontraran, eran altas. Y el estar fuera de nuestras clases, también nos apuntaban a nosotros mismos en esta pequeña broma.

Nos estábamos llevando a la horca sin querer.

Habíamos comprado y llevado cuatro bolsas de basura llenas de notas. Mi bolsillo lo lamentaba al quedar un poco pobre, pero creía que valía la pena al ver el rostro del ñoño.

GAME OVER [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora