19. Cafetería.

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Harry

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Harry.

—No tienes porqué hacerlo —repetí por segunda vez.

Negó con la cabeza mientras continuaba recogiendo los platos de la cocina. Y, es que desde que habíamos bajado a desayunar, se había negado en irse sin ordenar nuestro desorden. Y cuando me refería a nuestro, era decir a Marcos y yo. Ya que desde el día anterior, no habíamos tenido tiempo para dejar limpia la casa, ocasionando que se viera aún peor de lo que estaba.

Me sentía algo avergonzado por el desastre. No era común en mí dejar rastros de suciedad por la casa, sobre todo cuando sabía que ella vendría para dormir.

—Siempre viene una señora. Dos veces a la semana para ser preciso —le conté a la vez que buscaba la escoba—. Pero no ha podido venir estos días. Creo que salió de la ciudad o algo así.

—Por eso prefieren dejarlo de este modo.

—Realmente no tenemos demasiado tiempo para hacerlo —apreté mis labios.

—Hoy lo tenemos.

Suspiré.

Ginebra dobló las mangas para no mojarlas. Y al abrir la llave, la observé mientras comenzaba a lavar los platos y tazones que se habían acumulado. Cuando llevó la esponja a otro tazón, me miró de reojo a la vez que soltaba una pequeña risilla por verme luchar con el escobillón. El cual, se había salido de su palo cuando traté de barrer el suelo.

—Mi hermano se la ha pasado bien —comentó.

Alcé ambas cejas cuando finalmente logré colocar el escobillón.

—¿Por qué?

—Tenía una fiesta de su empresa —explicó—. Le vi las historias de Instagram. Supongo que por eso no ha llegado a la casa todavía. Debe haber tomado algo de alcohol para no poder llegar.

Decir que no era un alivio, era mentira. Había estado preocupado la mayor parte de la mañana al despertar, creyendo que Marcos nos encontraría en una situación no muy grata para su vista.

Ginebra terminó de enjuagar los platos antes de secar sus manos con un paño.

—¿Vas a barrer el suelo o me harás un estriptis con la escoba?

Entrecerré mis ojos al observarla.

—Muy graciosa.

—Me lo pasé bien anoche —soltó de pronto, logrando que una sonrisa apareciera en mi cara mientras barría el suelo—. Pero para una próxima vez, espero que nos llevemos la pizza.

Solté una risa.

—Ya casi no quedaba.

—Será nuestra regla. Llevar la comida siempre —me dijo—. No podemos permitirlo. Ni siquiera en un ataque de zombies, aunque estemos corriendo de ellos. Debemos llevar la comida —habló con indignación.

GAME OVER [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora