24. Celos.

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Ginebra

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Ginebra.

—¿Qué te pasa? —interrogué a Gus. 

Él miró sobre su hombro sin disimulo, logrando que yo también lo hiciera. La mirada verdosa de Harry estaba fija en mí, haciendo que mi estómago se apretujara de pronto. Volví mi vista hacia adelante y oí a Oliver bromear con el tema; Él jamás perdía oportunidad para molestar, sobre todo si se trataba de mí.

—No es gracioso —digo. 

Oliver soltó una risa pequeña. 

—¿Por qué te enojas? —sonríe cuando pasa su brazo por atrás de mi asiento, haciendo que me coloque incómoda—. Solo es una pequeña bromita. No hay nada de malo. Además... Creo que está algo celoso —miró de nuevo hacia atrás—. Se ve molesto. 

Entorné mis ojos. 

—Es imposible. Él nunca se pone celoso. 

—Pues sí, se ve molesto —comentó Gus—. Debemos celebrar. Esto va al libro de nuestros logros.

No podía creer eso. Harry nunca se colocaba celoso. Siempre actuaba normal cuando trataba de hacerlo. Así que una vez más, observé a Harry, quien esta vez soltó un resoplido mientras ahora conversaba con una chica que estaba a su lado. Parecían conocerse, ya que entablaron la charla como si nada. Y si Harry no se colocaba celoso, yo si lo hacía. 

Crucé mis brazos mientras fruncía el ceño, sin escuchar lo que decía Gus y Oliver. 

Aún me sentía lastimada por lo que había descubierto. Si hubiera sabido en un principio que Harry estaba casado, no hubiera hecho el ridículo en todo ese tiempo. Aunque, todavía así, no me arrepentía de haberlo seducido, porque lo había disfrutado cada vez que lo hacía. Y ahora, lo único que me podía quedar, eran los recuerdos de lo que se vivió en ese corto plazo intenso de seducción.

¿Ser novia de Harry?, mierda. Era una ridícula. 

Él ya estaba casado y, dudaba que quisiera tener una novia en ese momento. Lo único que me quedaba, era superarlo. Sin embargo, sabía que sería algo difícil hacerlo. 

—Deberíamos estar emborrachándonos en mi casa o en algún bar ahora mismo —bufó Gus cuando comenzó a derrumbarse en el asiento—. ¿A qué hora comienza esto? —lo veo apoyar su mejilla en la palma de su mano de manera aburrida. 

—Se supone que debería haber comenzado —respondió Oliver.

—Por favor, no me inviten más a estas cosas —se quejó Gus. 

Las luces se apagaron de pronto para solo enfocar el escenario. Un tipo con traje y micrófono salió para presentar al dramaturgo. Nos dio la bienvenida, se disculpó por el retraso y bromeó un poco antes de hacer pasar al viejote de la escritura. Y, cuando estuvo en el escenario, tomó asiento en una silla que estaba en medio. Tomó un poco de agua y relamió sus labios antes de comenzar hablar. 

GAME OVER [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora