1. Alfa y omega.

1.4K 78 135
                                    

Ginebra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ginebra.

Observé sus manos juguetear una y otra vez con los anillos que llevaba mientras hablaba, apoyando su trasero en el borde del escritorio para luego tomar un cubo Rubik, el cual, ahora tomó mayor parte de mi atención. Sabía que ante sus nervios, él trataba de hacer lo posible para poder hablar con más tranquilidad y así no cometer un error ante su clase. Era una actitud que había analizado con el pasar del tiempo.

De pronto, logró completar unos cuantos colores para luego deshacerlos y volver a comenzar. Estaba tan distraída que poco me había dado cuenta cuando había avanzado por el pasillo alargado, llegando hasta a mí. Él me miró con seriedad, dejando el cubo sobre mi mesa. Y, en el momento en que fijé mis ojos en los suyos, habló.

—¿De qué hablábamos Ginebra?

Presioné mis labios.

—No tienes ni idea, ¿Verdad? —su rostro mostraba tanta seriedad que me hacía colocar nerviosa—. Deja de perderte en tus pensamientos y presta atención a la clase.

Él volvió a tomar el cubo, lo que me hizo ahora fijar la vista en su mano y después en su trasero cuando comenzó a caminar de vuelta a su escritorio.

Necesitaba... ansiaba que Harry me prestara más atención que en una jodida clase.

Horas más tarde, después de haber pasado por dos clases más, estaba junto con mi mejor amigo. Quería hacerme creer que no estaba siendo una psicopata, pero Gus no me lo ponía fácil. Además, él era la persona que alababa mis ideas locas.

—Dime por qué parecemos adolescentes acechando a su platónico —preguntó Gus mientras se ocultaba tras el pilar de cemento—. ¿Por qué carajos no vas y le hablas como una persona normal? —volvió a interrogar.

—Shhh... —lo silencié colocando mi dedo en la boca—. Solo déjame verlo —pedí.

Miré como colocaba sus ojos en blanco y volvía su vista hacia el corredor de la universidad.

—¿Qué hacen perras? —oímos detrás de nosotros, sobresaltándonos y chillando al mismo tiempo—. Mierda, tampoco soy tan fea... ¿O sí? —dijo ofendidamente.

Reí, pero al mismo tiempo que lo hacía, noté como los alumnos de aquel salón comenzaban a salir. Y, cuando vi que él también lo hacía, tomé de la mano de mi amiga, tirandola hacia nosotros para que se ocultase.

Ella se quejó, pero también comenzó a mirar con disimulo por debajo de mí, casi arrodillada en el suelo y apoyando sus manos en el pilar para no caer.

—Entonces... ¿A quién estamos viendo? —interrogó.

—A su amor prohibido —contestó Gus murmurando en voz baja y con una pequeña risa que de igual manera alcancé a escuchar—. Está jodida.

—¿Por qué nadie me dijo que le gustaba el profesor?

—Porque lo quería solo para ella.

Apreté mis labios sin decir nada, sabiendo que quizá y solo quizá era verdad lo que decía. De todas maneras, ni una chica de ahí tenía oportunidad. A menos qué...

GAME OVER [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora