30. Cayendo.

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Harry.

Después de la fatídica conversa, Ginebra no había vuelto aparecer por la sala de clases. Sin embargo, su amigo estaba ahí; Oliver, quien de vez en cuando hacía preguntas para luego apuntarlas en su cuaderno. Aún recordaba la única vez que había compartido con él, dándole miradas furtivas a Ginebra. Y claro que no era tonto, sabía que al chico le gustaba. Lo había dado a demostrar desde el primer día de clases cuando comenzó a bromear con ella. Solo que tampoco parecía hacer algo para que lo tomara en cuenta, por suerte.

Oí un pitido de un móvil sonar en el salón. Solté un resoplido y continué tratando de explicar los últimos detalles de la clase. Pronto me di cuenta que el móvil que sonaba, era el mío que había dejado en el maletín. No le presté atención hasta que estuve yendo hacia mi vehículo. Ese día lo había llevado al ver que el día estaba de lo peor; Odiaba el clima de Inglaterra. De hecho, creía que podía irme hacia otro país a vivir. A un lugar más pintoresco y que tuviera buen clima siempre.

Dejé el maletín en el asiento trasero cuando saqué mi móvil, viendo los mensajes recibidos por parte de mi madre y, uno de mi abogado de Londres. Este último, logró que mi cuerpo comenzara a tener una crisis de ansiedad para ver lo que decía.

IDACIR (Abogado)_ 17:02
Buenas noticias.
Solo deben venir a Londres.

Mierda.

¿Buenas noticias?

Pasé la mano por mi cabello con nerviosismo. Observé el mensaje una vez más y solté un suspiro junto con una risa nerviosa.

El saber que por fin algo estaba saliendo bien en mi vida, era decir que era tan extraño como ver el nombre de mi abogado. Estaba un poco incrédulo en ese momento. No tenía idea de lo que pudiera ocurrir desde ahora. Gus, me había hecho un gran favor a pesar de todo.

Dejé el celular en mi muslo, coloqué las llaves y encendí el carro antes de seguir mirando el móvil con los mensajes de mamá. Deslicé la pantalla unos segundos y solté un resoplido al ver que trataba de hacer una nueva cena junto con Marcos. Quería conocer a su nuevo yerno. Y Dios, no tenía ánimos para pasar por eso después de nuestra breve discusión con Ginebra.

Lancé el celular al asiento de copiloto y salí del estacionamiento, parando unas cuantas veces para evitar atropellar a los estudiantes que se atravesaban. Sin embargo, uno de ellos se quedó en frente de mí; Thomas.

¿Realmente iba a terminar el día de ese modo?

Él rodeó el vehículo, lo que hizo sorprenderme al verlo subir a mi carro con confianza. Me entregó el móvil que había dejado en ese lugar y pronto cerró la puerta, indicándome que siguiera mi curso. Lo hice, pero por la única razón de que estaba corriendo un riesgo que me vieran con Thomas en ese instante. No quería tener malos entendidos, sobre todo porque era un estudiante más de la universidad. 

GAME OVER [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora