7. Amor.

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Ginebra

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Ginebra.

La lasaña había sido un éxito. Harry la había halagado y, sin querer, había logrado puntos al preparar la cena. Además, después de nuestra conversación en el carro, todo había ido más tranquilo. No parecía querer alejarse de mí o hacer que me sintiera incómoda. Algo había cambiado, pero no sabía qué. Tal vez era la culpabilidad que cargaba por Thomas, pero aún así, no me importaba; Eso había hecho que Harry se acercara más a mí. En secreto se lo agradecía al chico.

Minutos después de haber terminado nuestra cena y de haber bromeado con mi hermano, él se excusó con el trabajo. Debía continuar revisando unos exámenes, lo que me pareció engorroso.

Harry desapareció por las escaleras mientras limpiaba con Marcos. Y, al terminar, ambos nos dispusimos a ir a nuestras habitaciones.

La realidad, es que aunque hubiera ideado el plan de quedarme esa semana en casa de mi hermano, es que tampoco deseaba estorbar. Sin embargo, solo quería llamar la atención de Harry. Deseaba que me prestara más atención y que se interesara más en mí. Y, hasta ese momento, lo había logrado sin esforzarme, lo que suponía un gran logro para todo lo que había pensado hacer.

Cuando pasé por fuera de la habitación de Harry, noté la luz que sobresalía por su puerta. Me quedé de pie unos segundos fuera de ella, y dudé si era correcto entrar. Pero antes de hacerlo, verifiqué que Marcos no estuviera ahí. Y, al verlo, me sobresalté.

—¿Qué haces? —me pregunta.

Solté un suspiro.

—Voy a mi cuarto —mentí.

Entrecerró sus ojos mientras abría su puerta con lentitud.

—Bien. Buenas noches...

Asentí a la vez que retomaba la caminata hasta el cuarto que se encontraba al final del pasillo.

Una vez dentro, esperé una cantidad de tiempo razonable para ir nuevamente a mi objetivo, pero esta vez... con algo que me diera un motivo. Por lo que busqué en mi bolso el libro de literatura, en donde tenía marcada una página en específica. Aquel texto, era una pretexto suficiente como para hablar con Harry.

Tomé el libro entre mis manos. Respiré hondamente, exhalé y me encaminé con pasos suaves hasta su puerta. Miré el cuarto de Marcos, y cerrando mis ojos con miedo, toqué mientras volvía a ver con terror hacia donde mi hermano dormía.

En ese instante, Harry abría la puerta y me miraba sin sorpresa. Era como si hubiera suponido que iría en el cualquier minuto.

Enarcó una de sus cejas al ver el libro que tenía aferrado en mis brazos.

—Tu hermano está a metros de mi habitación —dijo en voz baja, evitando ser escuchado por su amigo.

—Solo necesito ayuda con esto... —le digo al mostrar el libro—. Por favor.

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