15. Éxtasis.

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Ginebra.

Callarme con un beso no había sido suficiente y, el ver que los padres de Thomas seguían en la casa, solo habían incrementado mis deseos para saber más acerca de esa historia. Era una vieja metiche, lo admitía, pero no podía resistirlo al saber que Harry sería mi novio en un futuro. Además, la madre de Thomas no hacía demasiado por callar, ya que durante todo el almuerzo, había hablado sobre la amistad de Harry con Thomas-dolor-de-culo, lo que solo hizo alimentar mi ansiedad con el pasar del rato. Y observando a Styles, podía decir que no se veía demasiado cómodo al ver que divulgaban su vida de adolescente.

—Adoraría que Thomas estuviera aquí —habló la señora mientras picaba de su ensalada con el tenedor—. Realmente deseaba que todos estuviéramos juntos.

—También me hubiera gustado Leticia —suspiró Anne.

—Cariño, también debo agradecerte al haber incentivado a mi hijo a estudiar nuevamente. Parecía rendido hace un tiempo atrás —habló Leticia a Harry—. Me alegró bastante saber que fuiste un apoyo para él.

Okey, la conversación nuevamente se había puesto interesante, solo que Harry seguía sin mostrar deseos de hablar del tema. Sin embargo, traté de ignorar su rostro medio serio cuando coloqué mis codos sobre la mesa para prestar mayor atención a lo que hablaban.

—Cuando vivieron juntos, creí que-

¿Vivieron juntos?

Pero qué... carajos.

Harry arrastró su silla hacia atrás a la vez que carraspeaba su garganta, indicando que ya deseaba marcharse de la mesa y que había terminado de su comida.

—Creo que les iré a mostrar un poco más del viñedo a mis invitados —nos miró a cada uno—. ¿Quisieran visitar la cosecha de uvas? —preguntó a nosotros.

Marcos fue el primero en levantarse cuando limpió su boca con la servilleta.

—Me encantaría amigo.

—También voy. Hay que disfrutar la tarde —sonrió mi padre.

Los tres salieron del lugar con una sonrisa mientras charlaban, lo que provocó que con mi madre también los siguiéramos por detrás cuando Gemma nos incentivó hacerlo. Y, poco después, nos encontramos con ellos en el momento en que se detuvieron en una zona apartada de la casona, esperándonos para ingresar a lo que eran las cosechas.

—Vaya. Realmente te puedes perder por aquí —comentó mi hermano.

—Hoy no hay personas trabajando, así que pueden sacar uvas si lo desean —nos dice Harry al estirar su mano hacia un gancho de uvas—. Son exquisitas para nuestro vino. Deberían probarlas.

Estiré mi cuello para ver hacia más en el fondo, notando que comenzaban a verse unos manzanos en la lejanía.

—¿Tienen cosechas de manzanas? —pregunté.

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